Madrid no es una fiesta
Cuando eres un alma vieja y no te gusta pararte en un bar (a la hora que sea), ni se te da fácil entablar conversaciones con gente nueva: tienes problemas.
Recuerdo mirar y envidiar las fotos de mis excompañeras de facultad que se iban de intercambio: fotos en instagram, videos donde les enseñabam groserías mexicanas a extranjeros; luces de antro de madrugada y cervezas espumosas a la luz de un sol de tarde.
Todas las fotos eran exactamente iguales: sonrisas, diversión, experiencias; veía que nacían buenas amistades y perduraban cuando regresaban a México.
Sí, me tragué las ilusiones neblinosas de un Erasmus típico, clásico; la vivencia frívola del estudiante fiestero y borracho (pero bien estudiosos y me consta "esto no es sarcasmo").
Muchos se rieron de mi cuando les dije que lo que yo siempre había querido era estar del otro lado del mundo sentada en una banca leyendo (lo cumplí, gracias Amsterdam) y tomando una taza de café.
"Vas a cambiar, todos lo hacemos". "Vas a conocer gente y te gustará y no querrás volver".
Llegué a un país bello; a una ciudad que prometía mucho y me ha dado mucho, sí, pero mucho dolor, llanto, soledad y tristeza.
Así que sí, Madrid no es una fiesta. Es un campo de batalla, donde se sangra y llora a la vez que se crece; que se cierran y abren heridas, es una ciudad para experimentar más que simples fiestas, alcohol y amistades.
Que no se mal entienda, no me arrepiento y mucho menos pienso irme. Por que también sé que si no me gusta estar aquí, puedo decir: "chao, gracias". Empacar mis cosas y volar a México. Pero no, no, pequeños, esta mujer no es tan poca cosa; no soy tan débil.
Así que lo siento, me quedo en mi campo de batalla, me quedo con mis tazas de café y las tardes en mi piso; con mis ganas de tocar mi cama luego de salir de clase y con las experiencias que me llenan a mi manera y a mi ritmo.
Me quedo con el Madrid que estoy sintiendo, con ese que lo es todo, menos un cielo despejado.
Recuerdo mirar y envidiar las fotos de mis excompañeras de facultad que se iban de intercambio: fotos en instagram, videos donde les enseñabam groserías mexicanas a extranjeros; luces de antro de madrugada y cervezas espumosas a la luz de un sol de tarde.
Todas las fotos eran exactamente iguales: sonrisas, diversión, experiencias; veía que nacían buenas amistades y perduraban cuando regresaban a México.
Sí, me tragué las ilusiones neblinosas de un Erasmus típico, clásico; la vivencia frívola del estudiante fiestero y borracho (pero bien estudiosos y me consta "esto no es sarcasmo").
Muchos se rieron de mi cuando les dije que lo que yo siempre había querido era estar del otro lado del mundo sentada en una banca leyendo (lo cumplí, gracias Amsterdam) y tomando una taza de café.
"Vas a cambiar, todos lo hacemos". "Vas a conocer gente y te gustará y no querrás volver".
Llegué a un país bello; a una ciudad que prometía mucho y me ha dado mucho, sí, pero mucho dolor, llanto, soledad y tristeza.
Así que sí, Madrid no es una fiesta. Es un campo de batalla, donde se sangra y llora a la vez que se crece; que se cierran y abren heridas, es una ciudad para experimentar más que simples fiestas, alcohol y amistades.
Que no se mal entienda, no me arrepiento y mucho menos pienso irme. Por que también sé que si no me gusta estar aquí, puedo decir: "chao, gracias". Empacar mis cosas y volar a México. Pero no, no, pequeños, esta mujer no es tan poca cosa; no soy tan débil.
Así que lo siento, me quedo en mi campo de batalla, me quedo con mis tazas de café y las tardes en mi piso; con mis ganas de tocar mi cama luego de salir de clase y con las experiencias que me llenan a mi manera y a mi ritmo.
Me quedo con el Madrid que estoy sintiendo, con ese que lo es todo, menos un cielo despejado.
En la distancia esta inmersa el tiempo y en tiempo una estancia que prepara que invita a que cada dia sea diferente, llena de sorpresa aunque no sea una fiesta....pero si parte de un festival diario...lo que has decidido vivir...saludos
ResponderBorrarsoy tia laura
BorrarCada dia narras mas bonito.
ResponderBorrarAtte
Tu Papa.