Otro capítulo al libro favorito.

El cristal se rompió.
¿Es esta la verdad de la que tanto hablabamos?

Me limpio las lágrimas de mi cara. Son de caramelo. Saben a dulce de leche y rollo de guayaba.

Lafourcade me canta al oido y por primera vez en días me lleno de calor. Huelo el aroma de mi tierra. Leña quemada, mañanas de primavera y el café exprés.

Y entonces me estrujas el corazón; tú y las palabras digitales, la interferencia, el eco y tu rostro en pixeles; los caracteres de los que hable antes y que estoy creando justo ahora.

Y me hace gracia, mírate, sigues siendo el mismo. Tu voz, tu sonrisa, había olvidado cuánto me gustaban. El gris que llenaba mi cuerpo se derritió con tu risa, ¿qué si así te amo?

Me rio como tonta, como la adolescente enamorada que se escapa de mi corazón; te quiero, no te me adelantes. Me vi tentada a decirlo, gritarlo, susurrarlo.

Sí, que sí que te quiero. Por ti vale la pena este llanto, por tus palabras y tu preocupación pintada vale la pena sufrir esta presión en el pecho.

Y no me importa que sea pasajero, eres el único ser humano que me ha robado el corazón. Contigo el tiempo no importa, no pasa.

Te veo: sigues estando tan guapo. Tu cabello luego de tomar la siesta me acelera el corazón, también sos ojos que tanto me gustaron cuando te vi por primera vez.

Agradezco tanto que existas...
Ojalá volviera pronto, ojalá pudiera irme volando para verte, para tenerte frente a mi y reirnos de nuestras conversaciones tontas.

Porque sí, con eso me basta: aunque duela. Basta verte sonreír y escucharte hablar; es suficiente, como desde hace años conformarme con ser tu amiga..

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