Entradas

Mostrando las entradas con la etiqueta romance

Tardepción

Con esto me quiero despedir de ti. Y cuando pienso en el tequiero (así junto) recuerdo que no se nada, no sé quién eres ni las cosas que pasan por tu cabeza. Príncipe despiadado, complejo de Hamlet, ¿quién te entiende?, ¿quién te oye?, ¿quién te lee? Veo como huyes de mí, la princesa de fuego, tus ojos se pierden. Cuando paseo por los jardines y me topo contigo te refugias en las sombras y el silencio dejándome con preguntas y frío en las manos. ¿Es porque mi corazón está remendado? por más que lo ocultes también puedo ver el tuyo, tu pecho lleno de constelaciones no sabe mentir. Por cada rincón que alcanzas vas dejando destellos, polvo de vía láctea. Te gusta enaltecerte en tu belleza, en tu ingenio, en tu soberbia. Oh, príncipe despiadado, príncipe infeliz. Si tan solo alguien te dijera que todo ese fandango no se lo traga ni tu Dios. Tu polvo de universo es frágil, apenas toca algo y se desvanece, por más que brille dura poco,  príncipe desconsolado, ya deja de...

Azul

Precioso. Eso eres. ¿Desde cuando tus pestañas son tan largas? ¿Te he dicho lo joven que te ves cuando sonries? Ultimamente el brillito extraño de tus ojos se había ido. No vale la pena, ¿sabes?  Ojalá pudiera prestarte mis ojos por una tarde. Asi sabrías lo guapo que eres, lo graciosa que suena tu risa, lo sexy de esa mueca tan particular que haces cuando algo no te gusta y lo tierno que te ves sonrojado. Fue un gesto rápido, sencillo.  Bajaste la mirada, reíste y tu rostro se encendió como una lucecilla de Navidad: por el centro y extendiéndose poco a poco.  Nunca te había visto actuar tan tímido, casi, casi, rozando la inocencia. Maldito, desgraciado.  No me vas a quitar lo que tengo.  No. No. No me vas a llevar por el camino azul cuando ya elegí el amarillo. No dejaré que esas pestañas largas, esa sonrisa de tonto y ese sonrojo adolescente me enamore de nuevo. Oh, principe herido, no tumbes el castillo qu...

Machaca y velas invisibles

Como decimos: la neta no sé qué pedo .  Y lo digo porque mientras me preparo unos huevos con machaca, si, acá del otro lado del océano, pienso en nosotros y en ti y nos imagino en una plaza de México por esos años donde las canciones de Agustín Lara sonaban en la radio y si es que no me equivoco en esa época ya había radio. Pero luego me fastidio porque decir nosotros es decir nada o no, no es decir nada; es decir velas y santos y cantos y alabanzas. Es decir risas y sarcasmos y secretos y corazones rotos y más sarcasmos. A veces me pregunto si serás imbécil por seguir hablando conmigo o si seré yo la imbécil por seguir dejándote mensajes en fechas importantes, porque soy tonta y porque me importas y aunque sea como amigos me siento conforme, porque aja soy una romántica empedernida pero hasta las románticas tenemos nuestros límites. Y la verdad quisiera tener poderes para leerte la mente, para poder salirme de este cuerpo por las noches, atravesar el océano y no busca...

Café negro

Ambos nos reíamos; yo por tonta y él seguramente por egocéntrico o quizás también por tonto. Las voces a nuestro alrededor apagaban nuestra conversación. Fue un momento, apenas unos segundos. No sé por qué, ni cómo y quizás lo hacía con todas las que le conocían los supuestos encantos. Las puntas de sus dedos se posaron en mi mejilla. Una caricia, ligera. Y yo me cubría la boca porque reía. ¿Qué fue aquello? me repetía una y otra vez mientras iba del metro a casa, mientras daba vueltas y botaba las sábanas pensando en Javier y recordando a Nando. Nada. Me dije a mi misma esa noche. Nada, me repetí al día siguiente. ¿Para él? nada. Y para mí, ya ni pensarlo, mejor que también fuese…nada. _______________________________________________ Este relato corto lo hice para un aula creativa de la escuela. La verdad me gustó porque a pesar de que el sentimiento con el que fue escrito ya no existe (MENOS FUCKIN MAL QUE YA NO) me da la sensación de intimidad entre ambos protagonistas...