Machaca y velas invisibles
Como decimos: la neta no sé qué pedo.
Y lo digo porque
mientras me preparo unos huevos con machaca, si, acá del otro lado del océano,
pienso en nosotros y en ti y nos imagino en una plaza de México por esos años
donde las canciones de Agustín Lara sonaban en la radio y si es que no me
equivoco en esa época ya había radio.
Pero luego me fastidio porque decir nosotros es decir
nada o no, no es decir nada; es decir velas y santos y cantos y alabanzas. Es
decir risas y sarcasmos y secretos y corazones rotos y más sarcasmos. A veces
me pregunto si serás imbécil por seguir hablando conmigo o si seré yo la imbécil
por seguir dejándote mensajes en fechas importantes, porque soy tonta y porque
me importas y aunque sea como amigos me siento conforme, porque aja soy una romántica
empedernida pero hasta las románticas tenemos nuestros límites.
Y la verdad quisiera tener poderes para leerte la mente,
para poder salirme de este cuerpo por las noches, atravesar el océano y no
buscarte, ni verte dormir, ni nada de esas cosas escalofriantes que hacen los
vampiros adolescentes, sino que estaría contenta con escuchar tu voz por ahí,
con reírme de ti a escondidas, con ver la cara que pones cuando me escuchas gritarte
en un audio porque me has sacado de quicio y como eres tan indescifrable me
hartas (y me pregunto si la palabra indescifrable existe).
Pero entonces el huevo con machaca ya está listo y
mientras suspiro por un par de tortillas calientitas en un país donde el pan es
infinito me acuerdo de esa mañana. Vaya que sigo pensando que tal vez es que te
caigo mal o simplemente no me soportas.
Y recuerdo estar extraña, porque nunca me había sentido
así estando contigo, no sabía si tal vez eran mis sentimientos de pérdida, mi
orfandad materna recién adquirida o que eran las seis de la mañana y el resto
de los chicos y chicas seguían dormidos.
Me quemo la boca, la machaca me despierta y pongo play al spotify y suena esa canción, esa jodida canción con la que tengo
una relación amor-odio quizás parecida a la que tengo contigo y digo tengo
porque no creo que seas tú el que tenga algo conmigo, así como canta el Vicentico. Conmigo, conmigo,
conmigo, es una palabra extraña, suena a dormido o consentido.
Creo que nunca te dije pero siempre siento que te has
estado burlando de mí y quisiera que hablaras con la verdad, que me evitaras,
que me dejaras de hablar y me ignoraras como todos los demás lo han hecho. Pero
no lo haces, sigues ahí, el amigo, el compañero, el chico, el amigo, el amigo,
el compañero, nada más, nada menos, siempre estático.
Pero no te confundas, he avanzado, he logrado ver otros
horizontes, he logrado que otro acento por allá del sur de américa me haga
temblar, pero no funcionó como siempre pasa y también me he olvidado de él y de
ti, de ti, de ti…no sé, ¿de ti?, ¿que eres?, ¿quién eres? nunca hablas. ¿A esta verdad te refieres?, ¿que verdad?, ¿cúal verdad?, ¿habrá aquí algo más que decir que no se haya dicho? porque bueno tanto tu como yo dijimos cosas, una negativa (para mi) y otra positiva (para tu ego: tranquilo me palaleas con todo y tu gosoeso).
Contigo me siento como una niña con coeficiente
intelectual promedio a la que se le da un cubo de rubik para resolverlo en un
minuto: desesperada, pues. Y aún recuerdo la primera vez que hice brownies y la
primera vez que me llamaste al móvil, no recuerdo si fue ahí cuando algo me
gritó que me alejara, que me detuviera, que razonara, pero entre abrazos, risas
y miradas la cosa creció.
Me acabo mi machaca y vuelvo a poner la misma canción. De
seguro no recuerdas nada, no sé si eres de las personas que se fijan en los
detalles, pero sé que estabas tenso sentado a mi lado o eso me pareció, eso y
que te alejabas de mí, ¿olería yo mal ese día?, pero si me había puesto
perfume, claro, estaba triste y me sentía fatal, lo último que me faltaba era
despedir un mal olor. Pero la pasé bien, aunque sigue siendo algo surrealista
esa tarde, ¿esa noche? esa tarde.
Me subí al auto y dije “si me fue bien, me la pasé bien”
pero en mi mente solo pensaba: ya está, será difícil olvidar esto.
Pero sería lo natural, ¿no? uno olvida cuando lo rechazan
y aún más de una forma tan patética como a mí. Maldito sea el día que se
crearon las redes sociales.
Y ahora la canción me dice que me gustan más los risueños
que los guapetones; ojalá nunca te enteres que para mí siempre fuiste ambos.
Ah y una última cosa, no soy Roger ni tu eres Mimi, así
que no esperes que te pase fuego cuando llegues pidiéndome que te encienda la vela. Yo no soy la vela
de nadie, no soy segunda opción, no soy colchón de seguridad, soy yo y sólo yo.
Y si esto pasa, que no creo que pase, porque, ¿qué está
pasando? aquí no pasa nada, solo soy una chica escribiendo en la madrugada sacando
historias de su cabeza.
Entérate que soy la Angelica de la historia y tú serías
Alexander y si tuviésemos suerte, no acabaremos como ellos.
Y quizás luego te burles de mi por esto o quizás pienses
que soy una loca psicótica, pero si de algo sirve, me gusta lo que escribes,
aunque tu inspiración sea basada en comida o en experiencias o en la persona
que quieres: no me importa, aun así me gusta lo que escribes y me gustan muchas
cosas; no lo olvides por si nos volvemos a ver, que siempre he querido que
alguien me regale un ramo de tulipanes naranjas así como Gus hizo con Hazel
Grace.
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