Entradas

Mostrando las entradas con la etiqueta amor

Sobresalto de madrugada

Es la primera vez que sueño contigo.  Estábamos sentados uno al lado del otro, en sofás demasiado cómodos y grandes para que encajaran juntos. Hablábamos de animales, liberación, siestas y horas de trabajo. Recuerdo tu risa adormilándome y  tu voz haciendo de nana.  Ahí mismo lo solté, lo dije; que me gustaba eso. “¿Esto?” preguntaste. “Todo, no sé...tú”.  Y no dijiste nada.  Solo recuerdo cerrar los ojos y sentir tu mano entrelazada con la mía. ¿Así eras cuando estaba despierta? Luego, son todo recuerdos y flashes a medias: Yo durmiendo a tu lado, en una cama que nos quedaba pequeña. Me dabas besos en la frente y nos reíamos y nos reíamos; porque nadie sabía de nosotros, éramos nuestro propio secreto.  Y sentia paz, un silencio distinto a los otros, no eran nervios, ni ansiedad, solo ganas de tumbarnos a dormir y hundirnos en una habitación para hacerla nuestro mundo.  Te digo, debes creerme, son todo f...

Azul

Precioso. Eso eres. ¿Desde cuando tus pestañas son tan largas? ¿Te he dicho lo joven que te ves cuando sonries? Ultimamente el brillito extraño de tus ojos se había ido. No vale la pena, ¿sabes?  Ojalá pudiera prestarte mis ojos por una tarde. Asi sabrías lo guapo que eres, lo graciosa que suena tu risa, lo sexy de esa mueca tan particular que haces cuando algo no te gusta y lo tierno que te ves sonrojado. Fue un gesto rápido, sencillo.  Bajaste la mirada, reíste y tu rostro se encendió como una lucecilla de Navidad: por el centro y extendiéndose poco a poco.  Nunca te había visto actuar tan tímido, casi, casi, rozando la inocencia. Maldito, desgraciado.  No me vas a quitar lo que tengo.  No. No. No me vas a llevar por el camino azul cuando ya elegí el amarillo. No dejaré que esas pestañas largas, esa sonrisa de tonto y ese sonrojo adolescente me enamore de nuevo. Oh, principe herido, no tumbes el castillo qu...

Café negro

Ambos nos reíamos; yo por tonta y él seguramente por egocéntrico o quizás también por tonto. Las voces a nuestro alrededor apagaban nuestra conversación. Fue un momento, apenas unos segundos. No sé por qué, ni cómo y quizás lo hacía con todas las que le conocían los supuestos encantos. Las puntas de sus dedos se posaron en mi mejilla. Una caricia, ligera. Y yo me cubría la boca porque reía. ¿Qué fue aquello? me repetía una y otra vez mientras iba del metro a casa, mientras daba vueltas y botaba las sábanas pensando en Javier y recordando a Nando. Nada. Me dije a mi misma esa noche. Nada, me repetí al día siguiente. ¿Para él? nada. Y para mí, ya ni pensarlo, mejor que también fuese…nada. _______________________________________________ Este relato corto lo hice para un aula creativa de la escuela. La verdad me gustó porque a pesar de que el sentimiento con el que fue escrito ya no existe (MENOS FUCKIN MAL QUE YA NO) me da la sensación de intimidad entre ambos protagonistas...