Limonada color naranja.
–¿En serio? –dije poniéndole el vaso de café en frente– me voy cinco minutos, cinco minutos para comprar tu estúpido té de matcha , ¿y le sacaste el número al barista? Fastidio. Mi organismo entero estaba lleno de berrinches, malas caras, deudas, peleas y cansancio. –¿Qué?, ¿te dan celos? Me senté a su lado y levanté el dedo medio. –Jódete. Pero tienes que enseñarme tus tácticas de ligue. Seguro así me conseguiré una novia o un novio guapo. ¿Cuándo fue la última vez que me sentí yo mismo?, ¿tres meses?, ¿cuatro? –No digas esas cosas. Sabes que vendrías corriendo conmigo, nadie trae incluidos los beneficios que yo te doy. –Ya, pero debí leer entre las líneas de tu instructivo para ver en qué mierda me estaba metiendo cuando acepté coger contigo. Listo, hasta ahí habíamos llegado. –No seas sentimental, no sé qué te pasa hoy, pero será mejor que cambies ese humor o mejor no vamos a la fiesta de Anna. No pienso soportar tu cara de nalga toda la noche. ...