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A ti: el libro favorito.

La música simula una vieja radio de los años ochenta y yo me siento en el sofá junto a mi ventana. Hoy llueve en Madrid y mi refugio son los libros y el viejo suéter color beige que me regaló mi abuela cuando tenía quince años. Sobre la mesa me esperan mensajes sin contestar, una taza de café hirviendo y un vaso de yogur griego. El vocalista de esa vieja banda que tanto te gusta habla de cielos azules, días fríos e infiernos. No sé si pasan de las nueve de la noche, quizás es temprano para las confesiones y las preguntas. La voz rasposa canta sobre dos almas perdidas nadando en una pecera, ¿eso seremos nosotros? Paso la mano por el vidrio de la ventana. El cielo ha comenzado a despejarse, la lluvia sigue: que raro, ¿se puede llover sin nubes en el cielo? Tal vez es un misterio más a mi lista interminable. Aunque siendo honesta el misterio que se encuentra en el primer punto de mi lista eres tú. Tomó la taza de café entre mis manos y me caliento los dedos. Hasta aho...
Y te veo, aunque está oscuro y son las cuatro de la mañana. Sí, hasta de noche veo a colores. Y tus ojos son lunas menguantes que me atrapan mirándote. Y tu olor a caramelo y tu corazón que corre desbocado. Perdona: olvidé besar. Niños, eso fuimos, dos niños pensando probar a besar; si o no. Urgencia, ansiedad y mis noches en vela imaginando como sería besarte, abrazarte por las noches, sentir tu cuerpecito frío; contra el mío que emana fuego. Tus labios fueron como morder un gajo de naranja: suaves, gruesos, dulces. Y el sonido de nuestras bocas igual a cuando pruebo el jugo de la naranja. Tu cintura y jugueteos y risas y más miradas. Las seis de la mañana. Ilusiones que se apagan. Ojos que se cierran. Y dos cuerpos  intentando dormir.

8 de Febrero

Jardines Si quisiera, me abriría el pecho y me sacaría los girasoles que tengo por corazón. Te los daría porque los mereces, no porque espere algo de ti. Sí, te daría mis girasoles y el narciso que llevo oculto en mi costilla izquierda. También los tulipanes que lloro cuando estoy alegre, pues cuando estoy triste lloro gardenias. Así que por favor, quédate con ellos, de todas formas, cuando te mire: volverán a crecer.          *** Contemos las e   s             t r e             l l a s * Y las sonrisas que nos damos. Los besos abrazados. Las noches sin luna                                y las tardes en el jardín. Cantemos a los girasoles, plant...