Café negro
Ambos
nos reíamos; yo por tonta y él seguramente por egocéntrico o quizás también por
tonto. Las voces a nuestro alrededor apagaban nuestra conversación. Fue un
momento, apenas unos segundos. No sé por qué, ni cómo y quizás lo hacía con
todas las que le conocían los supuestos encantos. Las puntas de sus dedos se
posaron en mi mejilla. Una caricia, ligera. Y yo me cubría la boca porque reía.
¿Qué fue aquello? me repetía una y otra vez mientras iba del metro a casa,
mientras daba vueltas y botaba las sábanas pensando en Javier y recordando a
Nando.
Nada.
Me dije a mi misma esa noche. Nada, me repetí al día siguiente. ¿Para él? nada.
Y para mí, ya ni pensarlo, mejor que también fuese…nada.
_______________________________________________
Este relato corto lo hice para un aula creativa de la escuela. La verdad me gustó porque a pesar de que el sentimiento con el que fue escrito ya no existe (MENOS FUCKIN MAL QUE YA NO) me da la sensación de intimidad entre ambos protagonistas. Y nada, sólo eso.
Este relato corto lo hice para un aula creativa de la escuela. La verdad me gustó porque a pesar de que el sentimiento con el que fue escrito ya no existe (MENOS FUCKIN MAL QUE YA NO) me da la sensación de intimidad entre ambos protagonistas. Y nada, sólo eso.
Comentarios
Publicar un comentario