Cacao
¿A quién engañas, papasito? tú y yo sabemos que bailo mejor
que tú.
Soy más lista, más buza, más despierta.
Tú
eres el que no ha visto como me muevo, en la pista, en las sábanas y hasta en
la calle.
De repente espero un rojo a propósito, nomás pa' darme el gustito de mover los pies un poco.
No me conoces, papi, no soy la niña por la que me tomas desde que me pusiste los ojos encima.
Si te contara mis deseos, fetiches y fantasías no serías lo suficientemente hombre para saber que hacer conmigo.
Saldrías corriendo espantado a fijarte en las mosquitas muertas, esas que andan detrás de ti, según tú.
Y no te culpo, por más que me guste deslizar la lengua una y otra vez por cada letra de tu nombre, no me llegas ni a los talones.
La verdad no sé qué te vi, quizás es tu pinta de nerd, esa cara de serio y mojigato, esa cara de niño que no rompe ni un plato y que tiene la cara metida en los libros todo el día. Ratoncillo de biblioteca, literato empedernido.
No, nene, en los libros no vas a vivir.
¿Escuchas la música? sabes que bailas fatal, ándale, muévete, así como que no quiere la cosa. Deja que se vean las pocas caderas que tienes.
Y la música suena y la siento retumbando en mi cuerpo entero.
Te veo parado en una esquina, sosteniendo la pared del bar donde nunca has estado y al cual se sólo fuiste porque están mis amigas y él.
El pendejo ese del que estás celoso que ahora baila conmigo y no sabe hacer otra cosa más que restregarme el bofo paquete contra el culo.
Sé que nos estás mirando. Me aburres.
Chiquito, ¿crees que no lo sé? te susurro y te saco a bailar, porque tu no tienes los huevos y porque a mí me sobran agallas, me sobran los pechos grandes y la piel gruesa de mis muslos.
Y me río con fuerza, eres un títere, un muñeco, si eso eres, mi muñequito, mi papasito intelectual, mi guapo, mi todo, mi rico, mi morrito.
Por fin te sueltas y nos reímos y todos bailan y nos miran y al que le tienes celos ya se está besando con otra y te pones rojo por el poco alcohol que llevas encima. Y mi piel morena contrasta con la tuya: cacao y nieve.
Me rio con más fuerza, me tomas por las caderas y por fin me provocas y me doy cuenta de lo que vi en ti: esos ojos, si esos ojitos que se les ve un brillo raro.
Y siento el sudor en mi nuca, mi melena ondulada está entre tus dedos.
No
dejas de mirarme, no me dan ganas de pegarle a la mamona esta noche.
Te agarro del cuello y te beso luego de años queriendo hacerlo.
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