Azul

Precioso.

Eso eres.

¿Desde cuando tus pestañas son tan largas?

¿Te he dicho lo joven que te ves cuando sonries?
Ultimamente el brillito extraño de tus ojos se había ido. No vale la pena, ¿sabes? 

Ojalá pudiera prestarte mis ojos por una tarde. Asi sabrías lo guapo que eres, lo graciosa que suena tu risa, lo sexy de esa mueca tan particular que haces cuando algo no te gusta y lo tierno que te ves sonrojado.

Fue un gesto rápido, sencillo. 

Bajaste la mirada, reíste y tu rostro se encendió como una lucecilla de Navidad: por el centro y extendiéndose poco a poco. 

Nunca te había visto actuar tan tímido, casi, casi, rozando la inocencia.


Maldito, desgraciado. 

No me vas a quitar lo que tengo. 
No.
No.
No me vas a llevar por el camino azul cuando ya elegí el amarillo.

No dejaré que esas pestañas largas, esa sonrisa de tonto y ese sonrojo adolescente me enamore de nuevo.

Oh, principe herido, no tumbes el castillo que reconstruí con tu mirada, te lo ruego, príncipe despiadado. 

¿Y cómo no serías despiadado? sin saberlo le robaste a esta princesa de fuego el último pedazo de su quebrado corazón.

Hermoso.

Lo siento, no puedo volver sobre mis pasos. 

Ya alguien más me está llevando de la mano por el camino amarillo.






Pero...aún desde este lado, alcanzo a ver el camino que está pintado de mi color favorito.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Inspirando

Off

Llueve con sol.