Sobresalto de madrugada

Es la primera vez que sueño contigo. 

Estábamos sentados uno al lado del otro, en sofás demasiado cómodos y grandes para que encajaran juntos. Hablábamos de animales, liberación, siestas y horas de trabajo.

Recuerdo tu risa adormilándome y  tu voz haciendo de nana. 

Ahí mismo lo solté, lo dije; que me gustaba eso.

“¿Esto?” preguntaste.

“Todo, no sé...tú”. 

Y no dijiste nada. 

Solo recuerdo cerrar los ojos y sentir tu mano entrelazada con la mía.

¿Así eras cuando estaba despierta?

Luego, son todo recuerdos y flashes a medias:

Yo durmiendo a tu lado, en una cama que nos quedaba pequeña. Me dabas besos en la frente y nos reíamos y nos reíamos; porque nadie sabía de nosotros, éramos nuestro propio secreto. 

Y sentia paz, un silencio distinto a los otros, no eran nervios, ni ansiedad, solo ganas de tumbarnos a dormir y hundirnos en una habitación para hacerla nuestro mundo. 

Te digo, debes creerme, son todo flashes y piezas sueltas. 

Porque yo huía de ti, ¿y si nos veían?, no quería que se metieran contigo, porque yo seguía siendo yo y a prejuicio del mundo no encajaríamos; éramos físicos incoherentes, visiones impares. 

El sueño terminó bien o eso creo, porque cuando te vi a los ojos y te acercaste, cuando en frente de todos me diste un abrazo:

desperté. 


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Inspirando

Off

Llueve con sol.