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"La lluvia cae para todos, está lloviendo parejo". 

O eso creo que es lo que dice papá mientras estoy viendo por la ventana. 

De inmediato pienso en ellos, en si del otro del mundo les lloverá también. 
Pienso en mi vecino, el artista, buscando inspiración en cada gota de lluvia, con la que hará magia, la indicada para cada gota. 

Pienso en la niña perdida en el parque, la que no quiere que la encuentren, no hasta que su gato de ojos de color vuelva a sus brazos.


Yo sigo llorando, no puedo hacer más. He vuelto a tocar fondo. 
Y de fondo suena una canción navideña triste, una que no escuchaba hacia años, porque estaba cargada de recuerdos. 

Papá se ha ido y estoy sentada en el balcón de mi cuarto. No puedo salir, aunque quiera no puedo moverme, porque las cadenas que me aprietan los tobillos no me permiten saltar, ni ser libre. No me permiten ponerme de pie para sacudir las piernas, para bailar y alejar a la lluvia un rato. 

Aunque es septiembre, y por un rato se me olvida que este mes las lluvias son inevitables. 
Tengo empapada toda la ropa, el pelo pegado al cuello. 
Dejo que las letras, las palabras se me peguen en la mente, dejo que sean ellas quienes hablen por mi, dejo que cuenten mi verdad o la verdad que yo no puedo alcanzar a conocer. 

Pero no todo es así, lo juro. 
Sí que tengo ganas de bailarle al cielo para que se lleve el agua tóxica que deja caer todas las tardes. 
Quiero ser la mejor versión de mi misma, para mi misma, para mi yo del 2015, para mi yo de la infancia, esa que sonreía de verdad, que le brillaban los ojos en las fotos; esa que contaba cuentos de terror a sus peluches e inventaba musicales con sus muñecas.

Me hago bolita en una orilla del balcón, al agua ha empezado a estancarse, me llega ya por las rodillas. 
Cierro los ojos y hago lo único que se me ocurre. 
Cantarle a los dioses, a las diosas, a lo que sea que hay allá afuera, para que me echen una mano.
Pero dejo de hacer el esfuerzo cuando el agua me llega a la nariz. 
Y cuando me atrevo a echar un vistazo al agua, cuando me pregunto como es que me he dejado ahogar, un rayo de luz atraviesa la oscuridad del agua y sonrío. 

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