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Mostrando las entradas de marzo, 2017

Bonita

Hace un año o puede que más la alarma de mi despertador sonó. Me vestí a oscuras, me pasé la mano por el pelo y salí de la habitación compartida. Todos dormían. Había mucho silencio, demasiado. Recuerdo toparme contigo en la cocina, ambos nos miramos en silencio como pensando: "¿y tú que rayos haces aquí?" Yo tenía diagnosticada depresión mayor. Empezaba recién a tomar medicamentos; nadie lo sabía, ni siquiera la chica que se parecía tanto a mi y que era mi confidente. Esa mañana me dijiste que me sentara, que esperáramos. No recordaba si había estado sola contigo antes; pero recordé aquel abrazo, ese que me diste cuando estaba derrumbada y frágil, cuando mi alma se sostenía apenas con plegarias silenciosas. Fue en ese instante, cuando me dejaste abrazarte y llorar que me di cuenta que sí, que te quería, que desde que te vi a lo lejos; del otro lado de la sala, riendo con tus amigos, habías entrado y no saldrías de mi corazón. El silencio era incómodo, al menos pa...

Mensajes sin sentido

Y aquí estoy; extrañamente feliz y renovada, como si me hubieran pulido hasta la medula y reluciera como un trozo de oro puro. Me palpita el corazón, corre a mil por hora. De nuevo los caracteres me provocan, ¿quién eres?, ¿el de siempre? Me imagino dando vueltas por ahí como Eliza Schuyler, cantando lo enamorada que está de Alexander luego de haberlo visto a los ojos. Entonces todo cambia, el escenario y la epoca. George Harrison le canta a una chica lo mucho que le gusta y lo mucho más que ella también lo quiere. Y perdón pero me paro de la cama y doy brinquitos tontos, porque tu vales la pena, asi en silencio, en mi mente y en mis labios mordisqueados de tanto frenar mis gritos de felicidad. Sí, vales la pena; con todo y que quizás todo esto resulte en otro desamor, en otra negativa y otra historia sin final feliz. Y es que aja, hombre. Así me gustas, todo tú; tu sarcasmo tonto, tu forma pesada de molestar; también tu preocupación, tu dedicación y pasión por lo que haces, ...

Hace un año en una canción

Llegué a la fiesta de una de las chicas que no conocía muy bien cuando empezó a sonar esa canción. Sí, esa, la de las desveladas y mis sonrisas idiotas. Esa canción estúpida que me hacía pensar en ti. Deambulaba por el patio con mi vaso rojo en la mano; lleno de soda, obviamente, porque se supone que ninguno de los ahí presentes bebíamos alcohol. Me sentía incómoda, por más que todos los chicos y chicas ahí reunidos compartiésemos el mismo nivel de espiritualidad yo no encajaba en las reuniones grandes. Era una cobarde, no podía acercarme a ti, trataba de colarme en conversaciones y grupos pequeños pero terminaba haciéndome a un lado; o no los conocía a fondo o sus pláticas universitarias no me interesaban. Mariana fue mi salvación: llegó con esa sonrisa y carisma tan suyo que te invitaba a hacerte su amiga sin conocerla. Cuando vio mi cara se acercó a abrazarme. Le conté que necesitaba irme, me sentía fuera de lugar y tú rondabas por ahí. –Debes dejarlo ir –dijo– es u...

Señorita D.

Cierro el libro que tengo sobre las piernas y suspiro. Me hago un ovillo en el sofá. Silencio.  Hay mucho silencio. La música ya no está ayudando. Siempre suenan las mismas canciones una y otra vez. Las mismas letras memorizadas y el beat acelerado. Hace un mes no escucho música, ya no la disfruto. Nadie entiende. No puedo hablar, no puedo decir las cosas que me rasgan la garganta de querer salir. Me he vuelto una nada, aquello a lo que más he temido toda mi vida.  Me volví un punto final. Ya no era el punto y coma. Las voces en mi cabeza se callan, la luz del día les quema; durante la noche se arrastran hacia mí, se meten en mis oídos y me quitan el sueño. Mis manos hace mucho han dejado de moverse, mis mundos e historias no se dejan escribir. Se impregnan de mi esencia; se esconden, se callan, esperan a que vuelva a salir el sol dentro de este sótano en el que vivo. Resuenan las voces de las personas, entrometidos, idiotas, ignorantes. Nadi...

Capítulo tercero al libro favorito

Para el que nunca será; pero que es el único. __________________________ Pongo play a mi Spotify y me invade el sonido de una guitarra acústica. Me hundo un poco más en las sábanas y suspiro. Tengo frío, Madrid es demasiado frío. Quisiera tenerte cerca y decirte lo mucho que extraño las montañas y el sol; el verano adelantado y la manera en que se me pega la blusa a la espalda por el sudor. También quisiera ser otra para que te enamoraras de mí; para ser a la que le dedicas lo que escribes. Siento un nudo en la garganta, quiero llorar. Las lágrimas no salen o ya no sé si las estoy reteniendo. Tranquilo, no lloro solo por ti; es porque ella me hace falta y los demás también. Me gruñe el estómago de hambre y siento las primeras lágrimas bajando por mi nariz. Me duele, ¿sabes? siento que no pertenezco a ningún lado; que estoy parada entre Europa y alguna parte de Centroamérica. Me duele que eres imposible, inalcanzable, irreal; también me retuerce de dolor la falta de abrazo...

Canastos y manzanas

Para Migue. _______________________________ En ese punto del viaje Mikel seguía siendo un misterio para mí. Me encontraba recogiendo manzanas y luchando por qué no se me cayera el carcaj cuando por encima de unos arbustos lo vi dando de comer a unos animales. ¿Eran un par de ciervos? Me reí y me deslicé por el tronco del manzano. Si lo veías a simple vista, Mikel podía intimidarte con facilidad, incluso pensarías que era de esos tipos que iban matando gente, saqueando casas y robándose a las hijas jóvenes de otros hombres. Yo lo pensé, si, pero cuando sonreía, ese grandote lograba desarmar a cualquiera. Estaba también su forma de hacerse fuerte en silencio, de aguantar el dolor hasta que nadie lo viera y seguir luchando con todo, incluso consigo mismo hasta el final. Yo era algo así como el agua que corría en un río transparente y Mikel era como la nieve: estaba hecho de agua de lluvia, esa que había pasado por montones de lugares y había logrado llegar a las nubes; esta...

La chica de los geranios

La conocí un verano en que me habían roto el corazón. A simple vista me recordó a uno de los personajes de fantasía juvenil que había leído hace poco. Su rostro era ovalado; tenía unos ojos grandes y graciosos; desviaba mucho la mirada al hablar y tenía labios tan finos que cuando sonreía podías verle las encías de los dientes superiores. Siempre usaba vestidos de flores, mallas negras y tenis converse de distintos colores. No me cansaba de hablar con ella; podíamos reírnos de su poco conocimiento en animales de los bosques y luego hablar se nuestros libros favoritos. Una tarde que paseábamos por la ciudad soltó un gritito de emoción, pegó la cara a un escaparate y abrió mucho los ojos. -Mira -me dijo- esas flores son mis favoritas. -¿Los geranios? Ella puso cara de ofendida y negó. -Esos dos; los de color lila son jacintos y los amarillos se llaman narcisos. Además...-bajó la mirada- no sé cuales son los geranios. Años después me sigo arrepintiendo de haber entrado...

Otro capítulo al libro favorito.

El cristal se rompió. ¿Es esta la verdad de la que tanto hablabamos? Me limpio las lágrimas de mi cara. Son de caramelo. Saben a dulce de leche y rollo de guayaba. Lafourcade me canta al oido y por primera vez en días me lleno de calor. Huelo el aroma de mi tierra. Leña quemada, mañanas de primavera y el café exprés. Y entonces me estrujas el corazón; tú y las palabras digitales, la interferencia, el eco y tu rostro en pixeles; los caracteres de los que hable antes y que estoy creando justo ahora. Y me hace gracia, mírate, sigues siendo el mismo. Tu voz, tu sonrisa, había olvidado cuánto me gustaban. El gris que llenaba mi cuerpo se derritió con tu risa, ¿qué si así te amo? Me rio como tonta, como la adolescente enamorada que se escapa de mi corazón; te quiero, no te me adelantes. Me vi tentada a decirlo, gritarlo, susurrarlo. Sí, que sí que te quiero. Por ti vale la pena este llanto, por tus palabras y tu preocupación pintada vale la pena sufrir esta presión en el pecho. ...

Madrid no es una fiesta

Cuando eres un alma vieja y no te gusta pararte en un bar (a la hora que sea), ni se te da fácil entablar conversaciones con gente nueva: tienes problemas. Recuerdo mirar y envidiar las fotos de mis excompañeras de facultad que se iban de intercambio: fotos en instagram, videos donde les enseñabam groserías mexicanas a extranjeros; luces de antro de madrugada y cervezas espumosas a la luz de un sol de tarde. Todas las fotos eran exactamente iguales: sonrisas, diversión, experiencias; veía que nacían buenas amistades y perduraban cuando regresaban a México. Sí, me tragué las ilusiones neblinosas de un Erasmus típico, clásico; la vivencia frívola del estudiante fiestero y borracho (pero bien estudiosos y me consta "esto no es sarcasmo"). Muchos se rieron de mi cuando les dije que lo que yo siempre había querido era estar del otro lado del mundo sentada en una banca leyendo (lo cumplí, gracias Amsterdam) y tomando una taza de café. "Vas a cambiar, todos lo hacemos...

Vida en dos.

Partida en dos: así me empieza a saber esta vida. Tu y ellos. Ellos y tu. La familia y el padre. La madre y el deber. Lo nuevo y lo viejo. La rebeldía y la falta de aceptación. No mientas. Yo ya soy un punto aparte. Un engranaje que se soltó de tu vida; porque estorba y porque ya nadie lo necesita. Soy una tuerca que vaga entre relojes y cajas de música, entre maquinaria antigua y gadgets modernos. No soy nada. Y tu los abandonaste, como la abandonaste a ella. Y me importa una mierda lo que digan los psicólogos y me importa tres kilos de nada lo que haya dicho ella; busca, no estés solo, sí, ella dijo; pero murió y ya no está y los vivos somos los que limpiamos tus platos rotos. Soy una anticuada, ¿no lo sabes? por eso soy una tuerca en pleno siglo veintiuno. Pero, ¿que mas da? A ti no te importa y crees que no son nada tuyo, que no les debes nada. Que la memoria y las personas incluida yo morimos junto con mi madre. Pero no es así. Y no diré que ojalá te des cue...

A ti: el libro favorito.

La música simula una vieja radio de los años ochenta y yo me siento en el sofá junto a mi ventana. Hoy llueve en Madrid y mi refugio son los libros y el viejo suéter color beige que me regaló mi abuela cuando tenía quince años. Sobre la mesa me esperan mensajes sin contestar, una taza de café hirviendo y un vaso de yogur griego. El vocalista de esa vieja banda que tanto te gusta habla de cielos azules, días fríos e infiernos. No sé si pasan de las nueve de la noche, quizás es temprano para las confesiones y las preguntas. La voz rasposa canta sobre dos almas perdidas nadando en una pecera, ¿eso seremos nosotros? Paso la mano por el vidrio de la ventana. El cielo ha comenzado a despejarse, la lluvia sigue: que raro, ¿se puede llover sin nubes en el cielo? Tal vez es un misterio más a mi lista interminable. Aunque siendo honesta el misterio que se encuentra en el primer punto de mi lista eres tú. Tomó la taza de café entre mis manos y me caliento los dedos. Hasta aho...

Lo evito

Ya te lo digo, lo evito, evito sentir. Aunque quisiera hablarte de sus ojos y su sonrisa; sus ojos son bonitos, no tienen brillo como los de otra gente que he conocido, pero me gustan. Y su sonrisa también, no es de lado, ni busca otras intenciones, solo es su sonrisa y ya está, una graciosa curva hacia arriba que en las comisuras se ensancha.  ¿Lo ves? por eso evito sentir; no diré la verdad. Aunque dudo mucho que esto sea una verdad, solo se trata de un sentimiento.  Uno que me guardé en el casillero numero ochenta y seis de mi corazón. En la sección de los amores imposibles e inalcanzables. Que vergüenza, soy una torpe,  ¿sabes? me siento diminuta.  Sí: a su lado me siento pequeñita, pequeñita; una nada, una cosita tan frágil que puede romperse pero que finge; pero claro, finjo que estoy bien, que nada pasa, que nada me duele y que yo puedo con todo.  Entonces escojo huir, claro, es mi táctica favorita: salir corriendo cuando siento algo. Cuando sie...

Confesiones incómodas a Mamá

Ya lo sabes: te extraño. Sobre todo cuando nos quedábamos hasta tarde platicando en mi cuarto. _________________________________________________________ Hoy te quiero escribir, pero te prometo que no voy a llorar. ¿Sabes? estaba pensando que las dos vivimos de recuerdos. Aunque me pregunto si donde tú estarás también se recuerda. Me pregunto si pensarás en mí y si me extrañas; me pregunto si volviste a nacer para vivir la misma vida o no. Hay muchas cosas que quisiera preguntarte. ¿Por qué mientras más vieja me hago es más difícil para mí hacer amigos? Lo sé, lo sé, no soy tan vieja, pero como leí hace poco en un libro: las formas de vida orgánicas se me están dando cada vez peor. A menos que se trate de gente que comparte mis gustos ridículos. Ojalá pudiera hablarte de cosas que siento, de las personas que me rodean y lo que siento por ellos. Ojalá pudiera decirte sus nombres, contarte sobre sus ojos, su sonrisa y lo maravillosos que son; ¿que fueron? no, que ...

Mentiras y tesoros.

A los que forman parte de la puesta en escena. _______________________________ Te colocaste la máscara. Y te salió bien. La corte se levanta, los aplausos retumban, se sincronizan con tus latidos. Sonríes al salir de aquel edificio asfixiante, vuelves a ser tu. Tras cada metro que te alejas vas soltando las escenas. Saluda. Sonríe. Finge. Aquí no pasa nada. Aqui no pasa. Somos felices. Nos queremos. ¿Discusiones? para nada.  Y te burlas, oh, claro que lo haces. Suspiras aliviada. No hay voces chillonas, ni risas vacías, ni pláticas mentirosas. No hay presión, no hay drama, por fin cerraste el telón. Se acabó la tragedia griega. No volviste a la burbuja. Creaste una fortaleza. Haz crecido, madurado, comprendido. Y esas decisiones te dan paz. Tienes bien seleccionado quien puede entrar. De este lado: solo dos. Al otro extremo del mundo la historia cambia.

Limonada color naranja.

–¿En serio? –dije poniéndole el vaso de café en frente– me voy cinco minutos, cinco minutos para comprar tu estúpido té de matcha , ¿y le sacaste el número al barista? Fastidio. Mi organismo entero estaba lleno de berrinches, malas caras, deudas, peleas y cansancio. –¿Qué?, ¿te dan celos? Me senté a su lado y levanté el dedo medio. –Jódete. Pero tienes que enseñarme tus tácticas de ligue. Seguro así me conseguiré una novia o un novio guapo. ¿Cuándo fue la última vez que me sentí yo mismo?, ¿tres meses?, ¿cuatro? –No digas esas cosas. Sabes que vendrías corriendo conmigo, nadie trae incluidos los beneficios que yo te doy. –Ya, pero debí leer entre las líneas de tu instructivo para ver en qué mierda me estaba metiendo cuando acepté coger contigo. Listo, hasta ahí habíamos llegado. –No seas sentimental, no sé qué te pasa hoy, pero será mejor que cambies ese humor o mejor no vamos a la fiesta de Anna. No pienso soportar tu cara de nalga toda la noche. ...

Ojos

Enciendo la luz del cuarto de baño y me veo en el espejo. “Si” pienso. “Desconecto”. A veces me pasa. Y a veces me asusta. Un interruptor se apaga en mi mente y aislo mi alrededor. “Si” suspiro. Cierro los ojos y lo puedo ver. Es verano. La puerta de la cocina está abierta y no se escucha nada. El cielo está despejado, solo un par de nubes en forma de almohadas se dejan ver. Empiezo a llorar, pero no abro los ojos. Puedo verla, ahí sentada. Lleva unos shorts de mezclilla y una playera color rosa con flores amarillas. Era cuando tenía el cabello largo, se hacía una cebolla y se la amarraba en lo alto de su cabeza. Está masticando un chicle o quizás comiendo pepino con tajín; cortado a lo largo y no en cuadritos, así no le gustaba. Un sonido me distrae, estoy sollozando; no abro los ojos. Me sonríe. Me ofrece fruta y me siento en frente de ella. Nos reímos, se queja del calor, le digo que amo el verano, si por mí fuera siempre estaría así. “¡Que...

Extraños y mentiras.

El grupo de chicos británicos en la mesa de al lado se ríen mientras hablan de como van las cosas en casa. Una pareja de amigos se saludan en la calle mientras los observo envidiosa. La voz de Ed Sheeran me canta la historia de un chico que recoje las cosas de una persona muerta. Es fin de semana y más que nunca extraño las risas de casa. Necesito volver a despertarme en mi habitación azul, esa que está llena de posters de anime y peluches de todos tamaños y formas. Uno supone que luego de pocos meses viviendo en un país nuevo te acostumbras a las cosas nuevas, pero no siempre es así. Y recuerdas las promesas de hace meses: "salgamos" "cuando quieras" "para eso estamos" "tomemos un café" "quedemos" "una cena" "un Starbucks" todo eran sonrisas, palabras actuadas, repetidas, huecas.  Todo eran saludos, preguntas del día, invitaciones que nunca se concretaron. Y no los necesitas, lo sabes, ¿quiene...

Entre Percy Jackson, sueños raros y cosas de clase.

Bueno, a veces se me olvida que esto también la hace de diario para mi, lo cual a veces me preocupa.  1.-Por que gente lo ve y se toman todo lo que digo muy en serio y  2.-Por que...no sé, por que sí. Pero bueno, a las cosas que importan. Justo ayer que me quede en casa sufriendo de cólicos menstruales (por que ya basta de ocultar que un grupo de seres humanos no sangramos por entre las piernas una vez al mes) terminé la saga de Percy Jackson y OH MY GOOOD fue lo más genial que he leído en este 2017. Ni con Harry Potter me he sentido así y ESO YA ES DECIR MUCHO.  La última vez que me obsesioné con un saga así fue...¿con Twilight? bueno, quizás tampoco, con Percy es otro tipo de trauma. Ese en que quieres saber todo y digo todo de lo que mencionan ahí. Dioses, hasta las expresiones tontas se pegan. Aunque lo único que me dejó un sabor raro de boca fue que hubo momentos en que me fue imposible NO ANALIZAR la historia o más que la historia la forma en la q...

A Mamá

Para ti, que estás y no. La perdí; a ella, la de ojos grandes y pelo negro. Perdí a la que estuvo antes que yo y vivió sus propios infiernos. La niña larguirucha que usaba la ropa de sus hermanas; esa que llevaba un bolso rojo para el día de su foto escolar. Se me fue la rebelde, la Coyotita, la chiquita, la consentida; sus canciones de Flans en la radio y sus coreografías de Menudo también se desvanecieron. Quería ser aeromoza y volar por México, decía que “a lo mejor y me iba más lejos” pero las cosas en casa no eran fáciles así que le tocó aterrizar. Vivió a la sombra de la hermana anterior; “mamá siempre me compara, no entiende que yo hago cosas diferentes y esas si me salen bien”. Se fueron sus historias de romances fallidos, la muchacha que salía con el chico bajito, la que se enamoró en el autobús y a la que casi raptan para llevarla a un hotel. Desapareció su cabello color negro, ese que era lacio y ella siempre lo quiso rizado; se fueron sus noches...