El último pétalo de girasol
Tengo que
despedirme de ti: mujer de los ojos de media luna.
Sé que
dijiste que no digo lo que pienso y puede que sea verdad.
Así que por
eso te escribo; porque huyo y te quise y
te sigo queriendo; pero un poco menos o puede que un poco más. Y digo que más porque el día que llevabas ese
vestido rojo me regañé en silencio por desear tocar tus caderas; por imaginarme
abrazándote por la espalda, por pensar en besarte otra vez.
Me freno y
me pongo una máscara.
Y te empujo,
te repelo. Te obligo a que te alejes. No doy respuestas, ni las daré; y creo
que es porque me provocaste cosas tan diferentes...
Y con esto me despido, te entierro, te regalo un espacio en los casilleros de amores
perdidos que hay en mi corazón. Con esto te digo todo, lo que pedías y
preguntabas: pasó que te quise o te quiero, pasó que me gustaste y decir gustar
me suena tan poca cosa comparado con lo que me pasa o pasaba al verte sonreír,
al ver tus ojos haciéndose chiquitos cuando te reías…y cuando llorabas.
Pero no me engaño,
esto no saldrá de aquí, arranco la hoja de mi libreta y la rompo por la mitad;
antes de que vayas con el chisme a tus amigas de lo que escribí, antes de que
te rías a mis espaldas, antes de que pueda sentir más, tiro los restos al bote de basura y con ellos el girasol marchito
que está sobre la mesa.
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