Números y modas
“Hipócritas” pensaste.
Llevabas más de una semana
viendo el home de tu Facebook lleno de videos, fotos y
opiniones innecesarias sobre el número de moda.
Trece: ponía una de tus
excompañeras de universidad.
Trece: escribió tu prima; la
de moral impecable.
Y también: trece; escribió
la hija de puta que te dijo en el sucio baño de la escuela que si eras emo por
llevar el delineador negro tan llamativo aquel día.
Y esos fueron los mismos
años en que tuviste tu primera depresión; el año en que a tus profesores les importaba
una mierda si apenas hablabas. El mismo año en que tus compañeros de salón te
regalaron un apodo: “rara”.
Los recordabas a todos.
Ese par de cabrones que te
decían lo gorda que estabas cuando subías las escaleras de la escuela.
Recordabas tus libretas, allí donde hacías dibujos y escribías poemas de
segunda: llenos de insultos con tinta de plumón rojo.
También te venían a la memoria los que
se robaban cosas de tu caja de lápices, los que tiraban de tus trenzas y de las
niñas que no quería jugar contigo porque “eres alta y gorda, no jugamos contigo”.
Recordabas cada insulto,
cada gesto, cada rechazo.
Y ahora los veías, te daban
asco, todos queriendo actuar de forma correcta, preocupados porque “el bullying y el suicidio es cosa seria”.
Como si hacía tres años no hubiesen estado usando whisper para llamar a las mujeres putas y a los hombres jotos.
Como si hacía tres años no hubiesen estado usando whisper para llamar a las mujeres putas y a los hombres jotos.
Y ahí, entre ese número que
se repetía y el mar de mentiras que se derramaban en la pantalla de tu computadora subiste el volumen de tu estéreo, dejando que la voz del
chico triste llenara tu habitación: “ don't try to wake me in the morning 'cause i will be gone, don't feel bad for me".
Todos pagaran.
ResponderBorrarAtte
Tu Papá.