Posesiones
Por qué somos así?
Por qué no nos basta lo que tenemos a la mano?El techo en el que dormimos. Las colchas recien lavadas que te reciben cuando vas a dormir. Las mañanas de café en la mesa y nuestras familias, nuestros amigos.
La temida rutina.
El monstruo de no valorar lo cotidiano.
No se como será para otros, pero desde que tenía dieciséis, no para de repetir y repetir que aspiraba a una vida emocionante, fantástica, a una vida que no fuera encerrarme en una oficina cubierta por un cubículo y que me hiciera sentir esclava de una empresa que me veía como un número de nomina más. Soñaba con una vida de aventuras, un trabajo que me apasionara en vez de darme todo el dinero del mundo. Un trabajo, en el que la rutina no me carcomiera el alma rebelde y entusiasta que tenía.
Pero entonces: crecí, huí de mi ciudad, regresé y mi primer miedo de la infancia afloró: tenía que crecer.
De milagro conseguí un trabajo gracias a una desconocida que jamás he vuelto a ver y seguramente no volveremos a reencontrarnos en la vida.
Tuve miedo, no sabía ser maestra, me apasionaban los niños, los adolescentes.
Pero no sabía ser maestra. Fui aprendiendo sobre la marcha. Y encontré algo mucho mejor que el conocimiento o la preparación académica, algo mejor que un papel que dijera que había terminado una maestría en educación o que tenía un doctorado.
Encontré el amor y la vida de mis alumnos. Sus sonrisas, sus ojos llenos de sueños, esos espíritus rebeldes que me calentaban el corazón recordando cuando yo tenia ese mismo brillo, la certeza de que podría lograrlo todo y de por qué no: ser feliz.
Entonces me comparé con la yo de antes, la que nunca tuvo un maestro a su lado para hacerle reír, para regalarle un abrazo, para dejar que le contara mis miedos y agobios.
Había encontrado una vocación. Sería aquella maestra que siempre desee.
Mi trabajo no era rutinario, cada día en las aulas había algo nuevo, desde un regaño hasta alumnos llorando por una actividad grupal.
Pero entre todo esto, tuve fracasos: de amor, de familia, de mi misma.
Y ahora que lo repaso, que lo escribo, que lo vuelvo a sentir. Me pregunto y me reclamo por que mi mente vuela a otro tiempo.
Encontré el amor y la vida de mis alumnos. Sus sonrisas, sus ojos llenos de sueños, esos espíritus rebeldes que me calentaban el corazón recordando cuando yo tenia ese mismo brillo, la certeza de que podría lograrlo todo y de por qué no: ser feliz.
Entonces me comparé con la yo de antes, la que nunca tuvo un maestro a su lado para hacerle reír, para regalarle un abrazo, para dejar que le contara mis miedos y agobios.
Había encontrado una vocación. Sería aquella maestra que siempre desee.
Mi trabajo no era rutinario, cada día en las aulas había algo nuevo, desde un regaño hasta alumnos llorando por una actividad grupal.
Pero entre todo esto, tuve fracasos: de amor, de familia, de mi misma.
Y ahora que lo repaso, que lo escribo, que lo vuelvo a sentir. Me pregunto y me reclamo por que mi mente vuela a otro tiempo.
Por qué la envidia me quiebra el alma cada vez que recuerdo que todos aquellos, los del pasado: se quedaron en Madrid.
Crecieron, triunfaron, son maestros de literatura, se han casado, han tenido hijos y están viviendo un sueño, mi sueño...o el que tenía.
Debería apreciar lo que tengo, no es así?
Mi ciudad, mi trabajo, mis alumnos, mis amigos, mi salud mental.
Pero, que hay de los sueños? Es malo no tener uno?, estoy viviendo un sinsentido cada vez que abro los ojos a un nuevo día?
Me he hundido tanto en la depresión que ya nada me cautiva?
Quisiera que alguien me explicara, que mis yo del pasado volvieran un rato para reírnos, para darnos vergüenza entre nosotras pero sobre todo, para que me impregnen de ese espíritu feliz y me ayuden o me salven de aprender a apreciar lo poco o mucho que poseo.
Debería apreciar lo que tengo, no es así?
Mi ciudad, mi trabajo, mis alumnos, mis amigos, mi salud mental.
Pero, que hay de los sueños? Es malo no tener uno?, estoy viviendo un sinsentido cada vez que abro los ojos a un nuevo día?
Me he hundido tanto en la depresión que ya nada me cautiva?
Quisiera que alguien me explicara, que mis yo del pasado volvieran un rato para reírnos, para darnos vergüenza entre nosotras pero sobre todo, para que me impregnen de ese espíritu feliz y me ayuden o me salven de aprender a apreciar lo poco o mucho que poseo.
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