Caras

Estoy sentada en la estancia de mi casa. En un café pequeñito de una parte de viejos ricos en la ciudad. Sentada en una silla alta de un starbucks donde los baritstas ya me conocen.


A diferencia de otros días, no me siento relajada en el sofá, el ruido de fondo de la tele es solo eso: ruido, como estática transmitida en un loop. Hace mucho calor esa tarde, se me pegan los muslos, la ropa húmeda contra mi cuerpo me da asco y no siento paz mientras contemplo la parroquia que hay frente al café.

El Starbucks, en mi mente, está solo para mí. Los audífonos que llevo no solo aíslan el sonido, también me aíslan de mis pensamientos.

Trato de respirar profundo, de repasar los ejercicios de respiración que me dio mi psiquiatra. Trato de buscar una película que no me haga ni reír, ni llorar. Algo que me exija poca concentración pero una buena trama.

Tengo mi diario frente a mi, la letra es terrible porque se que tengo ansiedad, pero escribo de cosas banales, de la galleta en forma de dinosaurio color verde, del chocolate oculto debajo del fondant. Escribo sobre el café y las cosas que tengo que comprar ese día.

Me quedo viendo un punto fijo, al bote de basura color azul que siempre está del lado izquierdo del viejo árbol ya seco. Bajo la mirada cuando otro cliente entra al café, le doy muchas caladas a mi cigarro electrónico, ignorando que esa mierda me podrá matar en varios años. Les escribo frenéticamente a mis mejores amigos, lloro mientras escribo, desde Madrid aprendí que vale una mierda llorar en público, soy humana y tengo el puto derecho a llorar cuando lo sienta.

En esos tres lugares, marco tres fotografías en mi mente. Ropa de casa, vestido amarillo, suéter a rayas. Nada de maquillaje. Mi vista perdida. Y lo peor: el vacío.

Es una cosa difícil de explicar. Podría usar miles de metáforas pero nada cuadra, nada queda bien, nada embona donde debe.

Tres lugares, con horas y climas diferentes. Tres Veros. Todas con el mismo sentimiento, con la misma cara, escuchando las mismas canciones. Las tres tratando de explicar lo que sienten.

Y las veo, las reproduzco en mi cabeza justo en este momento. Como tres fotos de evidencia en una mesa de policías.

Lo que ellas sienten, lo que yo siento, es más o menos así:

Ya no pensamos en el amor de pareja, aprendimos que podemos estar solas siendo felices y ese fue un salto en terapia y en nuestra vida muy importante. Porque nuestras amigas y amigos casados ya no nos dan tanta envidia.
Ya no pensamos en nuestra madre, en querer forzar a papá que sea como ella y eso nos dio una paz enorme.

Pero aun así...sabemos que falta algo. El vacío que sentimos es como una mancha de chocolate o sangre de menstruación en la ropa. Esa que tallas y tallas con cloro, la metes a lavar y simplemente la mancha del puto chocolate o la sangre no se va.

Los momentos lindos son efímeros. Si nos acompañan: nos sentimos seguras, incluso felices. Si nos escriben: respondemos, fingimos si es necesario.

Pero al instante en el que estamos solas, nos miramos la mancha y se ha hecho más grande.

Sentimos que falta algo. Ni siquiera entendemos de qué mierda se trata. Deseamos que nos presten atención, que nos pregunten como estamos, que necesitamos, si queremos salir, si tenemos antojo de algo. Que nos visiten y nos inviten a una casa. Queremos un lugar con las puertas abiertas, con atención, con sonrisas, con amor de verdad, amor del que se palpa, queremos que estén disponibles para nosotras y que alguien venga cuando estamos llorando.

También, aunque no nos guste estar solas, amamos nuestra soledad. El regalo del silencio en casa, la sensación de no ser una más en una casa enorme. De subirle un poco a la música, de gritar de emoción por un anime.

Pero últimamente esto no pasa. Estamos perdiendo el interés en lo que amamos y eso siempre, para todas mis versiones y para mi médico, es señal de alerta.

¿Que es lo que queremos?, ¿que mierda nos hace falta?, ¿que putas necesitamos para volver a sonreír como hace algunas semanas atrás?

La verdad es que ni la Vero del sofá, ni la del café, ni la del starbcucks, ni la que esta escribiendo esto ahora, sabemos que es eso que nos hace tanta falta.

Y este sentimiento, este vacío y está sensación de no encontrar propósito y sentido a la vida, solo lo deseamos a todos aquellos que nos hicieron un daño profundo. 

Porque el resto del mundo, no se lo merece.

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