De domingos y gente guapa
Si te hablo de las luces.
Me gustan:
Como tú.
Tocando la guitarra.
Pensé que esto sería peor:
Un suplicio.
Pero corazón: te estás abriendo.
Y me encanta
Me gusta
Bajo
La mirada
Porque me ves
Y veo que no soy invisible. No ante tus ojos.
Gracias por abrirme paso a tu mundo.
Por dejarme echar una ojeada mientras pasas la punta de los dedos por la cuerda de tu guitarra.
Y haces una pausa.
Para un suspiro o un aliento placentero.
Mientras la melodía suena y suena.
Me doy cuenta de que si que me gustas igual de mucho.
Y ese semblante concentrado que pones
Y tu sudadera de color gris
Y tus dedos largos y las venas que sobresalen de tus manos.
El hueso de tu mano derecha
El perfil de tu nariz
El color de tu guitarra
Y tu sonrisa...
Todo tú: me gustas.
Y esto no solo va de dulzuras.
Me gustan tus miedos.
Tus pausas.
Tu sonrisa cuando quieres animar a otra persona.
Tu forma de ingeniártelas
para arreglar o mejorar algo.
Me gusta tu mesa de trabajo ordenada
también las basurillas de los colores
debajo de la mesa.
Me gusta tu cama, que apenas y lo parece de lo llena de mantas y ropa que está, pero se ve tan suave y tan llamativa.
Me sentí como en un campo minado
al entrar a tu mundo.
Me daba miedo tocar algo y romperlo
me daba miedo decir algo y asustarte,
alejarte.
Pero todo lo que toqué: las paredes
los muebles
las mesas
la taza d e café
de mi color favorito.
Tu rostro cuando te reías por culpa de Molly; que no mentiré, me hubiera gustado acariciarla en silencio, aunque tuvieras ojos bailarines y yo no dejara de verlos.
Se que hablo desde la pasión, desde el corazón, desde la miel de maple sobre el hot cake recién hecho y calientito.
Pero ojalá, algún día, me permitas seguir conociendo tu mundo. Porque por ahora, guapo mío, me está gustando.
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