Hace días

Si ella estuviera aquí le hablaría de ti.

Le diría que en tus manos fui una pieza de legos; también que me sacaste de tu castillo de bloques tan fácil como el manotazo con que destruiste el castillo.

Lloraría diciéndole que no soporto las cosas que me recuerdan a ti; Van Gogh, las palomitas con mantequilla, las salas de cine y ese solo de jazz.

Diría lo mucho que odio imaginar sabanas sucias, manos recorriendo tu piel; y yo hundiéndome en el patio de tus recuerdos.

Ella me dejaría abrazarla y llorar hasta quedar seca. "Aléjate", diría; quizás al final la que me enseñó a ser cobarde fue ella.

Recitaría la línea dudosa de un poema olvidado: "Es tan corto el amor y tan largo el olvido".

Entonces reiriamos; ella por mi dramatismo y yo por el sonido de su risa.

Pero ella no está.

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