Dos días atrás.

Cierro la puerta detrás de mi y suspiro.

Suspiro por los besos que se quedaron atrapados en mis labios; también suspiro por ti, porque volver a tenerte cerca es un deleite.

Y no puedo evitarlo, perdona si miro de más, pero tienes pasto pegado en la pierna.
Te ríes de algo: ¿de mi?, tal vez de mis chistes malos.
Paso la punta de mis dedos por tus muslos, que se mueven con tu risa.
Escucho tus quejas; que deberías tonificar tu cuerpo; así estás perfecta, pero no te lo digo.
Voy quitando las hojas verdes que se atreven a manchar tu piel. Eres suave como los pétalos de los narcisos.


Suspiro al quitarme la ropa y meterme en mi cama; no esa donde alguna vez estuviste; no la he vuelto a tocar desde las noches que me la pase llorando.

Solo me queda contemplarte, tenerte cerca, sin tocarte, sin pasar ese límite.

No te voy a mentir, no me basta, no estoy conforme; quiero hundir las manos en tu pelo y besarte y volver a sentir que el corazón se me sale por las orejas; que mi pulso va tan rápido que parece que voy corriendo un maratón.

Quiero aspirar tu aroma y que se me  quede impregnado a la ropa; quiero oler a vainilla, a flor de naranjo, coco y tarde de playa; quiero oler a ti.

Entonces recuerdo que eres inalcanzable, imposible, perfecta; que alguien más ya te ha conquistado y seguro vale más de lo que puedo llegar a valer yo.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Inspirando

Off

Llueve con sol.