Son las diez
No recuerdo cuando es que Mamá se volvió tan pequeña.
Lo que sí recuerdo son las mediodías luego del colegio.
Ella estaba con los brazos cruzados en el marco de la puerta; llevaba su delantal rojo a cuadros y un vestido del verde del pasto seco. Me veía entrar y hacía a un lado la rejilla de la puerta, esa que no quitaban a pesar de que mis primos y yo ya no eramos bebés.
"A ver mamita, deme un beso" decía agachándose para que la saludara con mi torpeza de siete años.
"Tengo hambre" contestaba yo.
"Hice caldito de res con verduras y arroz"
Todo era tan simple, mi mundo giraba en torno a una casa antigua de color naranja. Vivía jugando en la sala con sus sillones viejos, la cocina setentera y el cuarto de Papá que era como un mundo secreto.
Luego estaba el patio de las plantas y al final la habitación compartida, esa que se volvió mi estudio privado para hacer tareas.
Ahora veo a Mamá y es como si tuviera frentre a mi al tiempo mismo.
Veo sus ojos tristes y sus labios hechizados en línea recta; sé que llora en silencio por las noches y (aunque lo niegue) habla consigo misma en voz alta.
Así que aprovecho y la abrazó un poco más antes de soltarla. Porque ahora soy muy alta y ella apenas y me llega al pecho.
Lo que sí recuerdo son las mediodías luego del colegio.
Ella estaba con los brazos cruzados en el marco de la puerta; llevaba su delantal rojo a cuadros y un vestido del verde del pasto seco. Me veía entrar y hacía a un lado la rejilla de la puerta, esa que no quitaban a pesar de que mis primos y yo ya no eramos bebés.
"A ver mamita, deme un beso" decía agachándose para que la saludara con mi torpeza de siete años.
"Tengo hambre" contestaba yo.
"Hice caldito de res con verduras y arroz"
Todo era tan simple, mi mundo giraba en torno a una casa antigua de color naranja. Vivía jugando en la sala con sus sillones viejos, la cocina setentera y el cuarto de Papá que era como un mundo secreto.
Luego estaba el patio de las plantas y al final la habitación compartida, esa que se volvió mi estudio privado para hacer tareas.
Ahora veo a Mamá y es como si tuviera frentre a mi al tiempo mismo.
Veo sus ojos tristes y sus labios hechizados en línea recta; sé que llora en silencio por las noches y (aunque lo niegue) habla consigo misma en voz alta.
Así que aprovecho y la abrazó un poco más antes de soltarla. Porque ahora soy muy alta y ella apenas y me llega al pecho.
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