Neil
La lluvia no ha parado en tres días y los clientes apenas se dejan ver. Tanto que los jefes han permitido que mis hermanas menores duerman y las mayores nos quedemos a cargo. Me llamo Anthony, pero aquí me conocen como Nanny. La quinta noche que no ha dejado de llover es la primera vez que la veo. Los jefes le llenan de cumplidos, necesitan el dinero urgentemente. Le quitan el abrigo, el sombrero, los guantes. Se pasea en silencio por la sala, su vestido hace fss, fss, sus tacones cap, cap, sobre la alfombra. Esa noche estamos de servicio las cuatro hermanas mayores. Andrea, Rennie, Paula y yo. La mujer se toma unos momentos frente al sofá donde Rennie está tumbada, le acaricia las clavículas que se asoman por el escote de su kimono y le sonríe. Yo me quedo quieto, no puedo dejar de mirarla. Es alta, con el pelo castaño claro recogido en un suave moño. Tiene dedos largos y firmes, como los de mamá cuando tocaba el piano. Su vestido es de un morado triste, como cuando se me moj...