Canciones malas

Es una canción patética, de esas que jamás le dedicarías a nadie. 

Pero vuelvo a vernos, a las cuatro. Nos veo riéndonos en el sofá, bailando al ritmo de esas tontas canciones. Tirando carcajadas para luego recordar que los vecinos las van a regalar por el ruido. 

Y la veo a ella, con su melena color avellana y su figura de bailarina. Moviendo las caderas y haciendo el tonto, imitando las voces de los tipos que cantan. 

Y yo me parto de risa, esa que no se esfuerza  porque entre a un mundo sin dar empujones, claro, por ti, pero entré. Y la otra, la de sonrisa de niña inocente nos señala mientras tararea la letra de la canción. Lanzándonos indirectas, porque “ay las amo, yo quiero, son goals” y yo me siento orgullosa de mi misma, porque se que soy la mejor novia del mundo; porque entre detalles, flores, huidas de madrugada para visitarte, me crece el ego al ver que la gente lo nota; que al final ser buena si es interesante. 

Y por un momento congelo esa imagen, la reproduzco en un bucle. Porque mi yo de ese entonces no sabía nada, estaba disfrutando su primer amor. Y quiero dejarle eso, regalarle unas semanas más de felicidad, porque lo que viene será un infierno y la veo tan sonriente, tan enamorada, que no me atrevo a romperle el espejo de ilusiones tan pronto.

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