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Mostrando las entradas de mayo, 2021

Cosas escritas sin sentido

  A veces quisiera ser ella...no, todas ellas. Veo las fotos, perfectas, me vale madres que sean falsas o forzadas. No me interesan las peleas, dificultades, discusiones o mentiras que encierran. Quisiera tomarme fotos con el cerro de la silla de fondo. Que alguien me tome una foto elevando una copa de vino rosado, ya ni siquiera pido que sea en un restaurante lujoso, me conformo con que sea en casa o incluso en la banqueta. Desearía subir fotos profesionales, de esas que fueron tantas que podría subir una cada vez al mes o cada día o cada puta hora, cuando me diera la gana. Sueño en silencio, con esas ridículas fotos enseñando un anillo pobre o rico, fotos con el atardecer de fondo, tomada de las manos de alguien, sonriendo y mirándole a los ojos. No pienso en la infelicidad futura, en las responsabilidades y el tedio, mucho menos en los hijos y las peleas. Deslizo el dedo pulgar otra vez. Todas ellas tan hermosas, bendecidas, tocadas por un dios que a mi no me voltea a ver, u...

Pingüinos

Estos pensamientos nocturnos son muy raros. Esos que tienes cuando la depresión y los rezagos regresaron a su cajita de pandora en la parte más oscura y resquebrajada de tu alma y en lo más sucio y pegajoso de tu mente. Ningún velo se te quita de los ojos, no hay luces ni flores blancas mágicas, no hay exstasis ni epifanías. Simplemente pasa. Estas ahí, hurgando en el congelador y sacando un paquete de pingüinos a medio congelar sin que nadie te escuche. Corres a esconderlos bajo la almohada y cuando te dispones a meterte a la cama te detienes en el medio de la habitación. ¿Que coño estoy haciendo?, ¿Hace cuantas semanas no bebo agua?, estas dándote atracones, escondiendo tus preocupaciones en la comida, llenando tu ansiedad con mierdas de azúcar y exceso de calorías. Y entonces te miras las palmas de las manos. ¿Que me está pasando?, esta persona no soy yo, piensas, te contestas. Esta persona no eres tu, el nuevo yo que buscaste y te costó, que te sigue costando a ratos largos no ...

Posesiones

  Por qué somos así? Por qué no nos basta lo que tenemos a la mano? El techo en el que dormimos. Las colchas recien lavadas que te reciben cuando vas a dormir. Las mañanas de café en la mesa y nuestras familias, nuestros amigos. La temida rutina. El monstruo de no valorar lo cotidiano. No se como será para otros, pero desde que tenía dieciséis, no para de repetir y repetir que aspiraba a una vida emocionante, fantástica, a una vida que no fuera encerrarme en una oficina cubierta por un cubículo y que me hiciera sentir esclava de una empresa que me veía como un número de nomina más. Soñaba con una vida de aventuras, un trabajo que me apasionara en vez de darme todo el dinero del mundo. Un trabajo, en el que la rutina no me carcomiera el alma rebelde y entusiasta que tenía. Pero entonces: crecí, huí de mi ciudad, regresé y mi primer miedo de la infancia afloró: tenía que crecer. De milagro conseguí un trabajo gracias a una desconocida que jamás he vuelto a ver y seguramente no...

Tonterías

S oy un chiste. Una hipócrita y una tonta. Cada vez digo lo mismo, repito la misma frase, la misma burla, la misma estupidez. "No volveré a enamorarme. Nadie me va a gustar. No vale la pena. Todos se separan. Todo se acaba. Todos se divorcian. Nadie es feliz. Es mejor estar sola". Entonces, podría alguien explicarme por qué, al ver una historia de instagram que muy seguramente no va dedicada para mi, ¿me emociono?, ¿Por qué se me rompen las barreras, los cristales y el berrinche?, ¿por qué el corazón se me acelera...y al instante lo freno? Una parte de mi está más que segura que terminaré sola, que nadie amará este desastre y mierda que soy. Que nadie jamás me amará como nadie lo ha hecho. Pero la otra parte, esa pequeñísima y diminuta chispita de incienso descansando en mi corazón, se aviva cuando imagino que alguien me dedica una indirecta o que piensan en mi. Quisiera que alguien me explicara, porque no puedo cumplir las promesas que me hago a mi misma. 

Vero y Alejandra

U na canción ruidosa suena de fondo. Me siento en el medio de la oscuridad. No hay flores, abrazos, abuelas o personas. No, miento. Todos están a mi alrededor. Mirándome desde su círculo de luz. Llevan unos hilos rojos atados a las muñecas, unidos por ellas. ¿Por qué? Me sonríen, extienden las manos. Pero no puedo, doy un paso, me retracto. Me volteo, giro en círculos. Todos a la mano, tan sonrientes, tan listos para escuchar. Pero no puedo, no puedo, no puedo. Caigo de rodillas y me aplasto las orejas con los puños de las manos. Me va a reventar el pecho, la ansiedad quiere salir, quiere que grite. Aprieto los ojos, no puedo, ya no puedo. Imagino mis palabras saliendo a borbotones, alquitrán atorado desde hace menos de quince minutos. Quiero hablar, quiero que me escuchen, quiero quedarme ronca de tanto hablar. Quiero anclarme a ellos, quiero que me levanten, que me oigan por horas y horas y horas. Quiero servirme de su luz un poco, solo un ratito, pienso. Solo déjenme abusar de us...

Caras

Estoy sentada en la estancia de mi casa. En un café pequeñito de una parte de viejos ricos en la ciudad. Sentada en una silla alta de un starbucks donde los baritstas ya me conocen. A diferencia de otros días, no me siento relajada en el sofá, el ruido de fondo de la tele es solo eso: ruido, como estática transmitida en un loop. Hace mucho calor esa tarde, se me pegan los muslos, la ropa húmeda contra mi cuerpo me da asco y no siento paz mientras contemplo la parroquia que hay frente al café. El Starbucks, en mi mente, está solo para mí. Los audífonos que llevo no solo aíslan el sonido, también me aíslan de mis pensamientos. Trato de respirar profundo, de repasar los ejercicios de respiración que me dio mi psiquiatra. Trato de buscar una película que no me haga ni reír, ni llorar. Algo que me exija poca concentración pero una buena trama. Tengo mi diario frente a mi, la letra es terrible porque se que tengo ansiedad, pero escribo de cosas banales, de la galleta en forma de dinosauri...

Granos de arena

  Me he dado cuenta últimamente de que la soledad es algo muy curioso. Y sobre todo cambiante. Puedo decir que estar sola en casa se siente bien. No tengo que esperar a comer sola, ni esconderme en la paz de mi cuarto para (lo que es mi percepción) no incomodar a quienes vivien conmigo. Si alguien me ve en la calle, sentada en mi café favorito, pueden pensar que estoy sola. Cuando paseo, cuando escribo, cuando me hablo a mi misma en voz alta en la calle, disfruto de mi soledad. Puedo andar sin prisas, sin esperar, puedo decidir cuando irme o cuanto tiempo quedarme. Cuando caminaba por las interminables calles y barrios de Madrid, la soledad me inundaba, pero me daba paz, libertad, cada ruido de mis tenis o botas golpeando los adoquines de Callao o subiendo las escaleras de la Central, me sabían a libertad bien merecida. Pero también está la otra cara de mi soledad, la parte susurrante, lúgubre, la parte que carcome y está a la espera de penetrarme, como si fuera un corredor pre...