Girasol nocturno
Te odio. Y ojalá pudiese decirlo con honestidad. Busco excusas todos los días, en el frutero, en el cajón de mis antidepresivos y también donde abandoné nuestras fotos. Me esfuerzo, te lo prometo. Pero no sé si es la mierda médica que me trago cada mañana a las siete en punto o tu aroma a coco que me llega por las tardes. No quiero definirte más, ni dar pistas de quien eres. Porque no vale la pena, porque no gano nada y porque al menos, entre mis letras quiero que seas solo mía. Y eso por decir, pues no poseo nada en realidad. Pero deja que hoy, en este momento, en esta noche que miro las flores que adornan tu piel; que sonríes como si no fuésemos extrañas, que tus muslos me susurran coquetos que los mire: deja que te sienta mía.