Reflejo roto
A veces quisiera mucho volver a ser joven. Quisiera atravesar el tiempo y gritarle a mi yo de dieciséis años que despierte, que por favor sea auténtica, que por favor, por favor no se rinda.
Me veo aferrándome a sus hombros.
Estoy llorando y me dejo caer hasta quedar en el suelo de rodillas.
La veo con la mirada perdida. Gorda. Sola. Desubicada. Buscando y fingiendo ser algo y alguien que no es. La veo tan triste, tan miserable, tan perdida.
Y sigo llorando y me golpeo las piernas, quisiera poder salvarla, es solo una maldita niña...es solo una niña perdida y triste.
La veo con la mirada perdida. Gorda. Sola. Desubicada. Buscando y fingiendo ser algo y alguien que no es. La veo tan triste, tan miserable, tan perdida.
Y sigo llorando y me golpeo las piernas, quisiera poder salvarla, es solo una maldita niña...es solo una niña perdida y triste.
Tiene miedo y odia la escuela, odia a sus maestros, a sus amigos que la dejaron sola. Tiene miedo de aceptar lo que sus creencias religiosas le enseñaron que estaba mal.
Se esconde entre las páginas de libros, entre historias de amor de chicas guapas, ese tipo de chicas que ella nunca será. La veo quebrada, su reflejo...nuestro reflejo, ha estado roto desde ese entonces.
Quisiera abrazarla, decirle que a la mierda con esa gente y a la mierda el amor y a la mierda todo. Quisiera contarle que solo dos personas de la escuela se quedarán en su vida, una de esas personas la salvará más de una vez en el futuro.
Quisiera decirle tantas cosas a mi yo de ese entonces, pero no puedo. Así que veo esa imagen de mi desvanecerse.
Me gustaría decir que es una imagen pasada, un borrón en la historia de mi vida. Pero cada puta vez que me veo en el espejo, cada vez que lloro, que sufro, que tengo miedo, cada vez que me siento rota, incomprendida, sola: me doy cuenta que una parte de esa pobre niña de dieciséis años aún vive en mi. Encarnada como una uña llena de sangre y pus que se niega a dejarme descansar.
Sigo siendo esa niña, ese gatito negro asustado porque todo le viene muy grande, todo le sobrepasa, todo le da miedo. Y la soledad persiste y persiste y persiste. No me deja avanzar, no me deja crecer.
Solo me queda como siempre escribir estas palabras vacías en digital.
Se esconde entre las páginas de libros, entre historias de amor de chicas guapas, ese tipo de chicas que ella nunca será. La veo quebrada, su reflejo...nuestro reflejo, ha estado roto desde ese entonces.
Quisiera abrazarla, decirle que a la mierda con esa gente y a la mierda el amor y a la mierda todo. Quisiera contarle que solo dos personas de la escuela se quedarán en su vida, una de esas personas la salvará más de una vez en el futuro.
Quisiera decirle tantas cosas a mi yo de ese entonces, pero no puedo. Así que veo esa imagen de mi desvanecerse.
Me gustaría decir que es una imagen pasada, un borrón en la historia de mi vida. Pero cada puta vez que me veo en el espejo, cada vez que lloro, que sufro, que tengo miedo, cada vez que me siento rota, incomprendida, sola: me doy cuenta que una parte de esa pobre niña de dieciséis años aún vive en mi. Encarnada como una uña llena de sangre y pus que se niega a dejarme descansar.
Sigo siendo esa niña, ese gatito negro asustado porque todo le viene muy grande, todo le sobrepasa, todo le da miedo. Y la soledad persiste y persiste y persiste. No me deja avanzar, no me deja crecer.
Solo me queda como siempre escribir estas palabras vacías en digital.
Sin que nadie las lea, sin que nadie las tome en serio.
Sin que nadie, en esas noches hijas de puta donde lloro como lo hago ahora, no haya nada más que la oscuridad, mis peluches y el silencio para acompañarme.
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