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Mostrando las entradas de septiembre, 2017

Son las diez

No recuerdo cuando es que Mamá se volvió tan pequeña. Lo que sí recuerdo son las mediodías luego del colegio. Ella estaba con los brazos cruzados en el marco de la puerta; llevaba su delantal rojo a cuadros y un vestido del verde del pasto seco. Me veía entrar y hacía a un lado la rejilla de la puerta, esa que no quitaban a pesar de que mis primos y yo ya no eramos bebés. "A ver mamita, deme un beso" decía agachándose para que la saludara con mi torpeza de siete años. "Tengo hambre" contestaba yo. "Hice caldito de res con verduras y arroz" Todo era tan simple, mi mundo giraba en torno a una casa antigua de color naranja. Vivía jugando en la sala con sus sillones viejos, la cocina setentera y el cuarto de Papá que era como un mundo secreto. Luego estaba el patio de las plantas y al final la habitación compartida, esa que se volvió mi estudio privado para hacer tareas. Ahora veo a Mamá y es como si tuviera frentre a mi al tiempo mismo. Veo ...

Leo

El primer recuerdo que tengo de mamá es el día que me dio leche fría. Llevaba días sin comer y no podía ni hablar; tampoco movía bien mis piernas y todo en mi era frágil. Lo que más me gustó de ella fueron sus ojos, que son grandes como los míos. Estoy preocupado por mamá. En las noches se encierra en su habitación y no juega conmigo. A veces me acerco a la puerta para ver si escucho algo y a veces me asomo por debajo para llamarla. Un día mamá me empujó del sofá porque no me quería cerca, dijo que le traía recuerdos, pero la perdoné porque luego me dio besos en la frente. Mamá llora mucho. A veces tengo que abrazarla todo el día para que se sienta bien, aunque luego se le olvida darme de comer por pasar todo el día acostados en el sofá. Cuando sale por las tardes me siento feliz, porque se pone ropa bonita y se llena la cara de colores. Extraño que cante y que sonría, también extraño que la casa no huela a basura. Hoy mamá no se ha levantado, tampoco ha parado de llo...

Inso

Mis noches no son normales. No es el típico insomnio aburrido. Es estrés, ganas de drogas preescritas. Porque es irónico; ¿me explico? que te retiren la droga cuando más sientes que te estas desmoronando. Porque mi terapeuta dice que es tiempo y me ayudará a estabilizarme. Y yo solo veo un día más tachado en el calendario. Veo cajas de maquillaje nuevas, bolsas de Sephora vacías, ropa con la etiqueta sin quitar y el par de fantasmas de los que te hablé la última vez. Eso es lo que no me permite dormir. Escucho como se hablan; tal vez sean secretos o estén hablando mal de mi. Quiero decirles que por favor se marchen. Pero me siento gato cuando lo intento, porque las palabras se agolpan como una bola de pelo que no puedo vomitar. Y me tumbo en la cama, sin esperanza, sin remedio. Mis ojeras no son bonitas, me avergüenzo de ellas, porque ni mi maquillaje de hora y media ayuda a espantarlas. No me hagas caso, es que llevo horas sin dormir. Espero que tus noches estén l...

Qu1d6

Me queda una flor seca de recuerdo.  También una tarjeta con tu nombre y la cajetilla de cigarros sin abrir que está encima de mi mesa.  Quedaron palabras fluyendo sobre el papel y desvelos con tu nombre; cicatrices nuevas por toda la ciudad que aún no empiezan a supurar.  Polaroids infinitas, libros prestados, un cepillo de dientes y pijamas olvidadas.  Consejos de maquillaje, técnicas de besos perfectos y "background stories" personales.  Me queda, igualmente, un poco de dinero para arrancarme las cejas y pintarme unas nuevas; hacerme un expansor y esperar que sea una ventana miniatura a otro mundo.  El gato naranja que se me acurruca en el cuello cada vez que lloro y me pone la patita en la cara cuando ve que llevo cuatro noches en vela.  Por último, aunque sea poca cosa, me quedan varios números. 

Pregunta

Mi terapeuta me preguntó que era eso en lo que no me quería convertir.  Quise escupirle en la cara. Desee gritarle. No quería ser un día, ni un par de horas; tampoco un instante y mucho menos un verano.  Estaría loco si deseaba ser una flor, una estrella fugaz, una canción o un copo de nieve. Un párrafo, un re menor, un guiño o una sonrisa. No.  Yo quería ser el océano, una montaña, soñaba con ser aire, con ser el sol; quería ser fuego, un diamante. Pero la voz no me salió, no tuve el valor de escupirle a la cara.  "No lo sé" le dije "estoy cansado de ser yo mismo".

M

Mamá siempre decía que eramos historias. Que los humanos, cuando nacíamos, estábamos llenos de palabras; sueños, hazañas, miedos y dudas; preescritos por algo más grande que nosotros. Madre también decía, que nuestras historias nos hacían únicos, hacían que otros nos quisieran. Pero todo eran mentiras. Y sé que lo son porque me veo al espejo y me devuelve la mirada un chico de cabello largo, con ojos demasiado grandes y labios pequeños. Veo sus ojeras color tormenta y la barba musgosa que le empieza a salir. No hay párrafos, ni páginas, tampoco puntos o comas. Aunque me gusta asomarme al espejo un buen rato; porque aparece lo real: palabras, hojas rasgadas, manchas de tinta y rayones. La piel del muchacho reflejado en el espejo chorrea letras. Sí, mamá estaba equivocada, no somos historias; somos fragmentos.

R

(Doce) No creía en que se te llenaban los pulmones de recuerdos y los ojos de hojas secas de otoño. (Una) Me burlaba de Marianne y de Darcy; anticuados, demasiado pasionales. Pensaba que cuando algo se rompía debía ser una taza, un hueso, una pluma y no el corazón. (Dos) Morfeo no aparece. No sé que hacer. (Tres) Cambiaba de tiempos; porque nada tiene sentido. Ni las sorpresas, ni las horas, ni el llanto, ni la flor seca guardada en un cuadro; menos los restos de tequila en la cama, ni las tristezas dobles, ni el hogar. (Cuatro) Porque no se entiende. Porque se apaga, los laureles nunca se fueron, estaban al acecho. (Cinco)  Y mareos y vómito y saliva y lágrimas. Una película a medias y vasos de jugo de naranja por la casa. (Seis) No creía en eso. En que a la gente se le rompía el corazón. Sigue llorando. Porque está enamorado. (Siete) Porque quiere (sigue queriendo), una vez más: aquello que no puede tener.

N

No. No podré. Ni quitar las flores de mi piel Ni grabarme otro primer amor. No, no podré. Fingir que sé escribir alejandrías o analizar romances. No dormiré en mi cama el siguiente mes. Porque hay un par de fantasmas que duermen abrazados y no los quiero despertar. Tampoco podré ir al Retiro, porque hay dos luces en mi sitio favorito y me duele su resplandor. Lo que quiero es ignorar el aroma a laureles que inunda mi piso. Deseo rezarle a Eros y que cuando aparezca pueda cortarle las alas. Pero no. No podré. Ni dejar de ser hija del sol. Ni evitar que la maldición de Apolo se cumpla.