Ediciones de Agosto
Antes me daba mucho miedo ver el reloj de madrugada. Sabía que si levantaba el celular, serían las dos o tres de la mañana, que al día siguiente, mi cuerpo se quejaría por el dolor de cuerpo, la piel seca, las ojeras y el hambre. Sabía que si miraba el reloj podían pasar dos cosas, o se vendrían recuerdos vergonzosos de hace años o me cansaría de no pensar en nada y ver el techo, que caería dormida sin darme cuenta. Y aunque el insomnio no le llegaba ni a los talones a la pesadilla de hace un año; al llanto, el miedo, la taquicardia, el cuerpo duro y la ansiedad; era igual de frustrante ver aclarar el cielo por entre mis cortinas. Pero hoy, anoche, ver que van dando las dos o tres de la mañana se siente distinto. Los ojos no me pican, el estomago no me hace ruidos, la cabeza apenas y me duele y el bulto de mis peluches contra mi cuerpo no me desespera. Ahora me acomodo entre mis peluches, abrazándolos porque tus letras me atraviesan el corazón, mis lágrimas son por alegría; por atr