Sin. Cos.
Nos estamos riendo, es que no se puede evitar. ¿Cuánto tiempo odiándonos ya?, ¿dos?, ¿tres años? Me revuelvo en mi asiento y me rasco la rodilla con fuerza, lo suficiente para dejarme tres marcas rojas en la piel. No he dejado de morder el popote verde de mi café y te escucho a medias. Que si las clases, la familia, los sobrinos, las primas, los papás, el trabajo. Pero ya no te escucho, estoy pensando en alguien más, en otro, por eso me he reído, no por tus chistes malos y tu actitud de machito. Curioso, ¿no?, que piense en él mientras tu intentas tomarme de la mano, mientras siento tu rodilla contra la mía, supongo que ya no estás para ser discreto. Es que no puedo evitarlo, la sonrisa del otro me gusta más, mucho, mucho más. ¿Y que decir de su voz? me sacudo los hombros porque me ha entrado un escalofrío recordándolo, no porque quiero que me pases el brazo por los hombros, ni porque tenga frío. Fijo la mirada en un punto por encima de tu hombro, pero eres tan narcisista...