Entradas

Mostrando las entradas de julio, 2018

Sin. Cos.

Nos estamos riendo, es que no se puede evitar. ¿Cuánto tiempo odiándonos ya?, ¿dos?, ¿tres años? Me revuelvo en mi asiento y me rasco la rodilla con fuerza, lo suficiente para dejarme tres marcas rojas en la piel. No he dejado de morder el popote verde de mi café y te escucho a medias. Que si las clases, la familia, los sobrinos, las primas, los papás, el trabajo. Pero ya no te escucho, estoy pensando en alguien más, en otro, por eso me he reído, no por tus chistes malos y tu actitud de machito. Curioso, ¿no?, que piense en él mientras tu intentas tomarme de la mano, mientras siento tu rodilla contra la mía, supongo que ya no estás para ser discreto. Es que no puedo evitarlo, la sonrisa del otro me gusta más, mucho, mucho más. ¿Y que decir de su voz? me sacudo los hombros porque me ha entrado un escalofrío recordándolo, no porque quiero que me pases el brazo por los hombros, ni porque tenga frío. Fijo la mirada en un punto por encima de tu hombro, pero eres tan narcisista...

pe-relente

Todos se quieren hacer los buenos. Esto es solo un juego muy cruel. Y es que por más que esas dos ciudades me hayan provocado heridas, al menos en una soy mas libre que en la otra. Apenas se ha cumplido una semana y la garganta se me cierra en esta cuneta norteña, en este lago seco, hundido entre montañas. Las campanas, anillos y vestidos blancos en promesa están apretujándome, me susurran y no me dejan dormir. Fingir sonrisas es el menú principal todos los días y la pausa física se mantiene esperando en una habitación pintada de azul cielo y una cama con sabanas de color lila. Tengo compañeros que huelen a madera recién pintada y un grupo de peluches que extrañaba como loca. El amor de mi vida, mi amante a distancia: mi cama; al menos está conmigo todas las noches, me abraza y me dice que me echó de menos, que el molde de mi cuerpo estaba ya a punto de borrarse. Pero aunque esto suene bonito, sigue siendo un juego muy cruel. Nunca pensé que las escenas de las pelis, esas...

Nada de insomnio

Estamos tumbados en la playa y nadie nos molesta.  Enredo mis dedos en tu pelo mientras las cuerdas de tu viejo ukulele le cantan al amanecer.  La playa está vacía, solo fantasmas en forma de toallas azules separando el lugar en las tumbonas.  Sonrío porque esto debe ser un sueño, tú, recostado y yo hundiendo la nariz en tu pelo. Cierro los ojos, los escalofríos suben hasta mi cuello y suspiro.  Ojalá esto fuera real, quiero saber si hueles a café y tabaco; o puede que a té verde y pan tostado.  Quiero pasar mis manos por tu cara, trazar tu mandíbula, sentir tu barba de tres días. Quiero sonrojarme y reírme y escuchar tu voz, porque sabes que si, te escucharía hablar de cualquier cosa, incluso dejaría que me leyeras tu lista de la compra, un cliché de adicción vocal.  Pero trato de disfrutar el momento o el sueño. Hago un esfuerzo por ignorar tu rostro anónimo, tus ojos en blanco; aunque tu sonrisa habla, me gusta mucho; y me pregun...

Trece

Te dejé una frase escrita  en la pared del baño del trece lunas. Y me hace gracia porque nunca podrás leerla, ¿sabes por qué? porque está en el baño de chicas, en la pared del primer cubículo de derecha a izquierda. No voy a mentirte, no recuerdo bien la frase. Pero tu nombre está ahí puesto, si algún día la descubres, sabras quien soy yo, pero sobre todo...sabras quien eres tú. A veces me da vergüenza pensar esto: que me derrito cuando alguien me trata bonito, cuando me sueltan palabras dulces, porque no estoy acostumbrada a que vengan de fuera, a que alguien que no sea parte de mi familia me dedique flores de palabras. Estoy escuchando a Lafourcade, ya sabes que me gusta mucho. Y nos imagino bailando, yo con la mirada hacia el suelo, porque tus ojos me harán sentir bochornos y tu sonrisa se me antoja mucho, se me antoja mirarla y escucharte reír también. Y seguimos bailando, alma mía, bailando para ver si nos encontramos alguna vez; para adivinar si eres real o fictici...