Sábado
Estamos a varios kilómetros lejos de Madrid.
La Van golpetea contra el asfalto, mientras los paisajes de Castilla me saludan.
Dos pseudo amantes no declarados charlan en los asientos delanteros y yo miro por la ventana, convenciéndome de no pensar en ti.
Mi mente vuela entonces hasta la ciudad deseada, esa donde hay magia y hadas. Y pienso también en casa, en la carretera a Laredo, en las lluvias de Septiembre y en el caldo de pollo de la abuela.
Lloro niebla en silencio.
Porque te estás yendo; me voy desintoxicando. De ti y tus lunas, tus lunares y estrellas. Se van alejando los besos, las promesas, las fotos y las risas; son espectros, ecos, recuerdos.
Ya no duelen tanto las polaroids guardadas al fondo del cajón, ni tu ropa guardando humedad en mis maletas.
Más risas de los amantes imposibles, creo que también he empezado a llorar por ellos.
De pronto Gotye ha empezado a cantar, y yo cierro los ojos para fingir que duermo.
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