Entradas

Mostrando las entradas de enero, 2018

Sobresalto de madrugada

Es la primera vez que sueño contigo.  Estábamos sentados uno al lado del otro, en sofás demasiado cómodos y grandes para que encajaran juntos. Hablábamos de animales, liberación, siestas y horas de trabajo. Recuerdo tu risa adormilándome y  tu voz haciendo de nana.  Ahí mismo lo solté, lo dije; que me gustaba eso. “¿Esto?” preguntaste. “Todo, no sé...tú”.  Y no dijiste nada.  Solo recuerdo cerrar los ojos y sentir tu mano entrelazada con la mía. ¿Así eras cuando estaba despierta? Luego, son todo recuerdos y flashes a medias: Yo durmiendo a tu lado, en una cama que nos quedaba pequeña. Me dabas besos en la frente y nos reíamos y nos reíamos; porque nadie sabía de nosotros, éramos nuestro propio secreto.  Y sentia paz, un silencio distinto a los otros, no eran nervios, ni ansiedad, solo ganas de tumbarnos a dormir y hundirnos en una habitación para hacerla nuestro mundo.  Te digo, debes creerme, son todo f...

Canciones a las 12

No puedo evitar reírme.  Porque cantamos desafinados frente al mar de Cozumel.  Pero ni estamos en la playa ni puedo alcanzar a tomarte de la mano.  Te miro tocando el ukelele; riendo y lanzando anécdotas de cuando eras niño.  Yo te escucho atenta, porque tu voz me envuelve y me hace sentirme joven, más niña, más adolescente.  Y ahora me he puesto a cantar yo sola. Con el tono de Lafourcade. Trato de no sonrojarme, de no reírme como tonta.  Porque es cierto, prometí no volver a cantarle a nadie. No desde que aquel me lo pedía a distancia y aquella me lo rogaba por las noches.  Volvemos a cantar juntos; me tumbo en la arena, no hay estrellas esa noche.  Y no hacemos caso a la letra, no nos inclinamos, ni dejamos que la luna se esconda.  Ahí mismo, frente a ella, nos reímos y cantamos y eso es más fuerte para nosotros de lo que ningún beso podrá llegar a ser.  Y me quedo dormida escuchándote. Porque se q...

Se van

Me hago bolita bajo las sábanas porque me da vergüenza.  Cristina dice que está bien, que es normal, que lo merezco.  ¿Merecer?, ni que estuviera tan desesperada.  No es eso, dice ella. Es que te mereces sentir.  Sus palabras me retumban en el pecho y suspiro y suspiro y suspiro.  Porque no quiero llorar.  Porque es triste aferrarme a ilusiones, a espectros ocultos en corazones de Instagram y likes de Facebook.  Hundo la pala en la tierra de mi memoria, estoy ansiosa por buscar indicios, razones, motivos para que hayas aparecido así. No, no de la nada, pero de repente.  Como si el silbato del tren de la nostalgia te hubiese recordado que yo existía, que no era tan invisible como pensaba, que no era una sardina más en el campus.  Saco el celular e ilumino el mundo bajo mis sabanas. Se está tibio aquí, allá afuera hace frío, frío...¿una vez me llevaste un café a clase? creo que era enero, ¿o sería febrero?  M...

Flores rosas

Cuando vi las luces colgando de los arboles pensé en ti. Me di el permiso de imaginarte sonriendo, de recordar lo borrosas que son las arrugas de tus ojos en mi memoria. El olor de los buñuelos y cera de vela me dejaron caminar sobre el agua esa noche. Pensé en tu sonrisa y empecé a verte en caras ajenas; ya cada aroma de madera me hacía sostenerle la vista más de lo normal al chico de la gorra gris y al del chaleco azul; puede que también al que iba en patines y llevaba lentes de pasta dura. Dejé que mis voces las silenciara el vaivén del canal y que el aroma a leña quemada me encendiera la emoción. Nada, no es nada, lo juro, nada de nada, ya déjame en paz. Salí corriendo, mis pasos levantaban el agua; formaban un arcoíris nocturno. Entonces los vi; me vi llorando, sintiendo, sonrojándome y lanzando suspiros ridículos a una diosa que le gustaba jugar con el corazón. Salté a tierra firme, al asfalto; pies en tierra. Y me recibió un mar de desconocidos, chill...