Llueve con sol.
No te creerás nada de lo que te voy a contar. Porque sé que ahora estás tirada en cama y sedada por los antidepresivos. Te sientes sola, como un fantasma o el eco de una risa cruel. Solo te pido que saques un poco de fuerzas para escucharme o leerme. Hoy se te ocurrió ponerte tus botas negras, las que te compró ella hace años y no las quieres tirar. Y resulta que caminaste un montón, desde ese nombre que ves a diario hasta donde cantan las damas francesas. Sentiste lo que es entrar haciendo ruido a un restaurante con un grupo de gente, pero espera, por favor no dejes de leer, que la gente con la que entraste te agrada, te acepta, te abren las puertas de ese mundo de energía y colores que tanto extrañas. Cantaste entre calles, anduviste al lado de una princesa con pelo de sol que iba cargando un ukulele, te paraste a ratos para verle los ojos, porque e recordaron al jardín frontal de tu casa en verano. También anduvieron contigo un par de guerreras Elfas y hasta un ma...